La Revista

Fragilidad institucional

José Francisco Lopez Vargas
José Francisco Lopez Vargas
Sígueme en redes sociales:

Por Francisco López Vargas

Haber logrado la alternancia política en el país no trajo emparejado el reforzamiento de las instituciones del gobierno mexicano. Por el contrario, la venganza contra las instituciones pareciera haber sido el signo del nuevo siglo cuando todos los partidos se percataron de que su fragilidad ante los ciudadanos los podría hacer perder privilegios.

El PRI derrotado se negó a hacer un gobierno de coalición cuando Santiago Creel se lo planteó a Dulce María Sauri a pesar del Pemexgate. Vicente Fox realmente tenía un bono democrático que lo legitimaba y pretendió, equivocadamente, compartirlo con quienes no sabían qué hacer ante la derrota.

El desmantelamiento del PAN como partido empezó precisamente cuando los “headhunters” emprendieron esa búsqueda de los mejores hombres y mujeres para conformar un gabinete que, hay que decirlo, resultó no sólo torpe y poco efectivo sino también desordenado porque el propio presidente nunca tuvo claro por dónde empezar.

La derrota del PRI no tuvo más que un solo responsable para aquellos priistas que se prestaron a validar una supuesta traición que precisamente lo único que hizo fue respetar los votos. Eran los días en que el fraude patriótico dejó de valer y Ernesto Zedillo logró un reconocimiento social que pocos priistas validaron. La derrota era más dolorosa y nadie tomaba la responsabilidad de ella, nadie recordaba los años y sexenios de excesos, de saqueo e irresponsabilidad administrativa.

Nosotros construimos este país, decían sin admitir que también lo habían saqueado y provocado las crisis recurrentes más graves desde mediados de siglo.

La institución presidencial perdió el lustre con un Ejecutivo que llevó las botas con el smoking y alardeó sobre su triunfo sin saber como concretarlo para beneficio social y del país.

En los comicios de 2006, el encono volvió a surgir. Perredistas y López Obrador no aceptaron su derrota y acusaron al Instituto Federal Electoral de haber actuado de manera facciosa para derrotar a un candidato que mandaría al diablo las instituciones por el simple hecho de que perdió los comicios. Ni el estrecho margen satisfizo a un candidato que se vengó de la sociedad por haberlo rechazado.

El PAN y los partidos empezaron a repartirse el poder. Calderón pactó con ellos y les permitió sacrificar al presidente del órgano electoral que le dio la victoria. Se recurrió a una legislación que satisfizo a quien había sido derrotado legalmente y desde entonces el país ha caído en una vorágine que sólo empeora con el paso de los meses.

Lo que hoy vemos con la ausencia del Procurador General de la República, del titular de la Fepade y de otros órganos del gobierno mexicano nos hacen ver que los comicios del 2018 corren por un sendero muy peligroso tanto para el que gane como para los que pierdan.

Andrés Manuel se mimetiza, pacta hasta con lo peor de la política y con ello traiciona sus propios argumentos de que la mafia del poder le arrebató sus triunfos, esos que él ni pudo acreditar ni con argumentos ni con evidencias y menos pruebas contundentes.

La fragilidad de los comicios del 2018 se da en medio de una constante duda y una argumentación de que desde ahora se fragua una imposición. Las encuestas acreditan desde hace meses que López Obrador es el más imbatible de los candidatos, pero también le abona a esa percepción de que nadie lo puede derrotar cuando aún no hay candidatos de los demás partidos y el sesgo de que nadie se debilita más que quien está expuesto demasiado tiempo.

La apuesta como ciudadano no tiene nada que ver con los actores políticos en boga hasta ahora. Los contendientes anotados aún no saben si en verdad lo serán, pero el único que ya está definido se avienta contra todos aquellos que le dicen que sus aliados del PT no sólo son impresentables sino que han lucrado con el partido y con las aportaciones del gobierno para fines sociales.

Para él, las acusaciones son golpes bajos del gobierno que más de una vez salvó a ese partido de perder el registro y no sólo no agradeció el favor sino que terminó aliado con él.

Asistimos en los comicios del próximo año a una elección en peligro. A una elección que desde hoy está manchada por la duda, por la desconfianza y por la sospecha de que ni uno solo de los actores respetará las reglas.

Y mientras eso pasa, la sociedad terminará por asistir a un nuevo pugilato en el que siempre los derrotados son los ciudadanos al tener gobiernos de minoría no validados por la gran mayoría.

Ojalá podamos lograr políticos de más estatura. Políticos que se conviertan en estadistas y que antes de ver las próximas elecciones vean a las próximas generaciones, esas que hoy podrían no tener siquiera futuro.

José Francisco Lopez Vargas
José Francisco Lopez Vargas
Sígueme en redes sociales:

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último