La Revista

Presagios, tragedias y lamentos

Elda Clemente Reyes
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Por: Elda Clemente Reyes.

Cuando vemos los desastres naturales
que ocurren por el mundo inmediatamente pensamos que el fin de los tiempos ha
llegado y el cumplimiento de las predicciones bíblicas escritas por los
antiguos profetas, se han consumado.

Los medios de comunicación dedican
espacios a los presagios y designios que, por millones de años, esperan en la palestra
de la modernidad para ser puestos en la mira de los principales temas que hoy,
inundan los encabezados periodísticos.

Versiones van y vienen respecto a las
causas principales de tanta destrucción mientras los hechos golpean fuertemente
la aparente tranquilidad que se respira en los rincones del planeta asolados
por la muerte. Los 4 elementos: tierra, aire, agua y fuego, dejan sentir su
furia sobre la humanidad recordándonos que, así como son vitales para la vida
también son los principales artífices de nuestra extinción.

Toca a la flora y fauna pagar el
precio más caro por nuestra actuación irresponsable al momento de asumir las
consecuencias del cambio climático que afecta a todas las naciones y a todas
las especies sin distinción. Y pensar que un día DIOS nos entregó la potestad
sobre el mundo y todo lo que habita en él, según lo describe en Génesis
1:24-31: La creación de los animales terrestres y el hombre.

Si pudiéramos comprender que no es
frente a la tempestad el momento en que debemos unirnos sino en todo tiempo y
circunstancia, empezando por limpiar nuestra mente de pensamientos oscuros que enturbian nuestro sano juicio y abren paso
a la maldad, avaricia, venganza, actitudes que predisponen nuestro corazón a sentimientos perversos, inmorales
incluso maléficos que nos pierden del camino y nos alejan de la presencia de
DIOS.

Clamores y gritos desesperados se
escuchan por doquier. No es solo la tragedia por los terremotos vivida en
territorio mexicano, la devastación que el huracán María dejó en Puerto Rico,
la matanza de gente inocente en Las Vegas, sino también el mundo agoniza anunciando
su podredumbre mientas la pobreza y el hambre siguen haciendo estragos en los
países subdesarrollados donde un plato de comida tiene más valor que el
combustible.

A pasos agigantados de forma
consciente y a veces inconsciente, nos hemos metido en una encrucijada difícil
pero no imposible de superar, los humanos somos tan despistados a veces a
conveniencia, y olvidamos que somos los únicos portadores de las decisiones que
actualmente, revierten sus efectos desobedeciendo los 7 principios básicos y
fundamentales de la vida diseñados de acuerdo a la perspectiva de DIOS: Diseño,
autoridad, responsabilidad, sufrimiento, propiedad, libertad y éxito.

Es ahí, donde reside la fórmula
perfecta para poner luz en la oscuridad. Si los gobernantes de las naciones, reyes
y príncipes tomaran en cuenta estos principios básicos en las acciones complicadas
que afectan al pueblo, seguramente las secuelas negativas serian menos, en el
entendido de que la separación iglesia-estado marca la línea divisoria entre
dos campos distintos que finalmente se encuentran en un mismo plano terrenal. Por
lo tanto, dicha separación no debe ser vista como un divorcio entre los que
ejercen el poder y la religión que sea.

Al contrario, me atrevo a pensar qué
tipo de convivencia le estuviéramos heredando a los niños y jóvenes, si la
maldad no se hubiera propagado como una epidemia, si la corrupción no se
hubiera colado hasta la médula de las instituciones, si más personas
rechazáramos el camino fácil, si los adictos disfrutaran la lucidez mental sin
necesidad de recurrir a alguna droga, si en la casa, los padres y los abuelos transmitieran
a sus hijos y nietos, los valores universales de honestidad, lealtad, respeto,
justicia, verdad, etc.

Sin temor a equivocarme, hoy el
panorama general apunta a una pérdida del rumbo. Los humanos, el modelo
perfecto de la galaxia, los hijos de DIOS nos salimos del plan divino y
rompimos estereotipos que al momento de la Creación nos fueron entregados.
Usamos el libre albedrío de acuerdo a nuestros intereses, pasiones y
convicciones a pesar de saber que a la larga terminaremos pagando los errores y
algunos ni así, enderezan el barco, no sienten temor o un poco de
remordimiento. La salvación es personal no acepta intermediarios ni sobornos.

Por eso, ante cualquier catástrofe no
le preguntemos a DIOS por qué, preguntemos a nosotros mismos, cómo y en qué
momento dejamos de pensar en el planeta, la casa de todos; abolimos le hermandad
que también nos fue heredada; dejamos de perdonar; nos enseñoreamos y nos
olvidamos del prójimo y de proteger la naturaleza para convertirnos en
perfectos egoístas, ególatras e inhumanos.

A pesar de todo, nos atrevemos a
preguntarle a DIOS por qué pasa esto y aquello.

Si los desastres naturales han unido miles
de lamentos, ojalá también transformen miles de corazones y volvamos
sinceramente los ojos al cielo.

Elda Clemente Reyes
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