Fue muy sencillo! El dueño del castillo abriría a diario la puerta de acceso a sus jardines. Cada tarde. Y podían acudir allí los niños de la zona.. algunos recibían ayuda con los deberes. Otros leían libros en la inmensa biblioteca. Montaban a caballo. Hacían ballet. Recibían clases de toreo. Simplemente jugaban en los toboganes.. y siempre sonaba música flamenca, y siempre había fruta y algunas cosas estupendas para la merienda..
El único requisito era el de entregar en el portón un sobre con una moneda de euro. El dueño del castillo lo destinaba al cuidado del césped, la compra de cómics nuevos.. cosas de esas..
La iniciativa era un éxito. Acudían allí muchos pequeños. Algunos de hogares con dificultades económicas, otros porque lo pasaban muy bien, o necesitaban una mano con la tarea escolar, o disfrutaban viendo un vídeo de Talavante o jugando al tenis. O no querían estar solos en casa mientras los papás estaban trabajando.
Un día el jardinero comentó una cosa que le preocupaba con el dueño del castillo. Había detectado que, como él nunca abría los sobres en ese instante, la madre de una niña aprovechaba para hacer trampa. Nunca ponía el euro. Metía fichas viejas de un juego, fichas que no valían para nada. El hombre le dijo: “Me di cuenta en el primer segundo. Como también sé que esa anciana tan precaria de dinero trae muchas veces huevos de sus gallinas o peras de su huerto. Como sé que al abuelo del pequeño torero le falta tiempo para ofrecer sus libros viejos. Como sé todo lo que pasa. No hay problema. La niña puede seguir viniendo.. Cada una ofrece lo que tiene, y si su madre ofrece mentiras ya bastante malo es. Igual ella aprende algo bonito aquí.”
Dedicado a las personas generosas
A mi amigo Raoul
A mi amiga Vanessa
A mis pequeños Joaquín, Casilda, Marta, Pablo
A mi Luisito
A mi mago
A la música flamenca
Y otra vez a los seres generosos
