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ANAYA, EL CABALLO NEGRO

Francisco Solís Peón
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Por Francisco Solís Peón

Muchos, tal vez demasiados integrantes de la comentocracia dan como un hecho el triunfo de AMLO en la próxima elección; fatalismos, triunfalismos, hay de todo, pero la opinión generalizada es que el ¨pejelagartismo” inevitablemente terminará en Los Pinos.
El triunfo de AMLO es posible sí, más se encuentra muy lejos de ser algo seguro.
Y es que en esta etapa de “precampañas” se había convertido por costumbre en una sucesión de rounds de sombra, lo bueno, lo duro, venía después del primer debate.
Hoy las cosas son distintas, Meade pero sobre todo el PRI se desfondan de manera lenta pero segura, incluso me atrevería a decir que de manera más dramática que los anteriores terceros lugares, debido a que ni Roberto Madrazo y mucho menos Josefina Vásquez Mota generaron en su momento expectativas reales de triunfo.
Como dirían en el barrio: “El ganón es el chavito Anaya”.
Manejando una imagen de” ipster”, alivianado, culto y rico, Anaya cada vez gana más terreno en el sector electoral más antipejista: La clase media, aquéllos que tienen algo (normalmente muy poco) y que temen perderlo frente a un “Chávez tropical”.
Los sectores que de manera natural simpatizan con él ven hoy en Anaya una opción real, lo suficientemente importante como para olvidar las traiciones, primero a su mentor Gustavo Madero, y después al matrimonio Calderón-Zavala. Todo quedó ya en el pasado ante la inminencia de un adversario superior. Como me comentó un connotado capitán de empresas: “Pues la verdad para mí Meade sería el presidente ideal pero para eso primero se tiene que ser un buen candidato y hasta ahora no despega, falta mucho pero Yo no tendría inconveniente en votar por el joven Anaya de ser necesario”.
El tema da para mucho, por ejemplo qué harán los primovotantes o hasta donde el voto priista puede fracturarse y en ese caso quién se llevará la tajada del León.
Por lo pronto Ricardo Anaya debe concentrarse en Meade y terminar de convencer al electorado que la contienda es entre dos y únicamente dos, lo intenta pero aún no mete segunda, que entienda que los ataques a AMLO son para él una pérdida de tiempo, a menos claro está que conteste una afrenta personal o fuese algo verdaderamente grave; de verdad pienso que a estas alturas ni el tabasqueño sería tan imprudente.
En fin, como diría mi diminuta ahijada cuando escucha ladrar al gigantesco perro de su vecino:
“Teeeeengo mieeeeedo, muuuuucho mieeedo”

Francisco Solís Peón
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