Sobran los motivos, por: Jordy R. Abraham.
JordyAbraham@gmail.com / @JordyAbraham
Mucho se ha
hablado de los derechos humanos como el fundamento sobre el cual debe
construirse el desarrollo de una sociedad. En este sentido, la Organización de
las Naciones Unidas ha hecho una loable labor por promover la protección a los
derechos de los grupos más vulnerables con el propósito de eliminar la
discriminación y la desigualdad. Sin embargo, una de las grandes asignaturas
pendientes que aqueja nuestra comunidad, es la del respeto e inclusión hacia
las personas con discapacidad.
Históricamente ha
habido una tendencia irresponsable por evadir el tema, si bien es cierto que se
han llevado a cabo esfuerzos recientemente, todavía falta mucho por realizar.
Se cuenta con una limitada conciencia con respecto a esta situación y es
momento de tomar acciones puntuales.
Partimos de un
desconocimiento preocupante, que hace evidente la falta de información, lo cual
intensifica la problemática. Tristemente aún es común escuchar calificativos
despectivos para hacer referencia a las personas con discapacidad, tales como
“inválidos” o “discapacitados”. Los términos anteriores son lesivos porque
fomentan la segregación, ya que parecen minimizar a estos individuos. La
realidad es que todos los seres humanos tenemos el mismo valor en cuanto a
dignidad y derechos concierne, esto es el principio de igualdad.
Existen múltiples
tipos de discapacidad como la auditiva, la visual, la motriz, entre otras.
Quienes viven con alguna discapacidad, son gente con talentos, aptitudes,
sueños y derechos como cualquier ser humano. Así, hay excelentes profesionistas
que padecen una discapacidad como podemos ver en los ejemplos de Franklin
Roosevelt, Hellen Keller o Andrea Bocceli.
El problema es
que hemos fallado como sociedad en ser conscientes de las necesidades que
tienen las personas con determinadas discapacidades. De tal modo, hacen falta
muchas rampas para el acceso de gente con sillas de ruedas en edificios y
calles, así como cultura sobre las funciones de los perros lazarillos, entre
otras cosas pues la lista es larga. Es increíble la escaza educación que se
inculca a los ciudadanos en cuanto a este tópico, sobre todo considerando que
nadie está exento de sufrir alguna discapacidad en el futuro.
Como casi todos
los problemas sociales, este conflicto solo puede solucionarse a través de una
colaboración entre el sector privado, las instituciones gubernamentales y la
ciudadanía. Las empresas deben valorar a las personas con discapacidad como
gente talentosa y sumamente capaz para puestos de empleo. Por su parte, las
autoridades gubernamentales deben continuar implementando campañas de
concientización, pero de igual manera impulsar programas de gestión. Por
último, los ciudadanos debemos adquirir mayor respeto hacia los derechos de
estos individuos, evitando conductas reprochables como estacionarse en lugares
asignados para personas con discapacidad o ser insensibles en nuestras
actitudes.
Podemos iniciar a
trabajar para generar un entorno donde no haya desigualdad ni discriminación.
El compromiso está ahí y depende de cada uno colaborar para que las personas
con discapacidad sean reconocidas como parte de una sociedad plural. La
inclusión es la mejor vía para lograr un ambiente de sana convivencia y
prosperidad.