Como el padre primerizo que aguarda el parto de su esposa en las afueras del quirófano, retorciéndose los dedos y caminando en círculos muy cerrados, así esperé la edición de hoy del Diario de Yucatán, con la esperanza de encontrar una nota de mi amiga, la doctora Gina Villagomez Valdez … y no se publicó.
¿Qué de especial tenía la nota de Gina? Periodísticamente es una exhortación al Congreso del Estado y sus 25 diputados para legislar en contra de la violencia vicaria. De hecho ya recibieron la iniciativa y supuestamente la tienen en estudio PERO, el caso no es la nota en sí sino la convocante, esa mujer luchadora, mi maestra en feminismo que, una vez más, me dio una catedra de congruencia.
Desandemos un poco el escenario: Gina Villagómez Valdez es, desde hace muchos años, una lideresa en las luchas sociales, se le ve en las calles, en las aulas universitarias, en foros abiertos, ante micrófonos y cámaras con la bandera de los derechos humanos a todo lo alto y, hasta hace mes y medio, ocupaba lugares preferentes en las páginas del Diario.
¿Su pecado? Ser congruente con sus principios y, tal vez, ser amiga de Manuel Triay. Resulta que el 18 de marzo pasado, en el auditorio de la Universidad Autónoma de Yucatán Gina presentó en libro “Interiores, el ocaso de un gigante”, obra del autor de éste artículo que, como era de suponer no gustó al propietario del Diario.
Días después de aquella presentación, Carlos Menéndez L., convocó a su “staf” y habló de “Interiores”: Saben que ésta circulando, dicen que dijo, un libro de Manuel Triay … y soltó algunos puntos de vista que ni conocí en detalle ni creo que valgan la pena. Dijo sí, que “Interiores” alababa a su padre y su abuelo y, por tanto, era lógico, que estaba dirigido en contra suya.
Entre otras cosas señaló, según mis fuentes, que en época de Manuel Triay se vendían muchas página y páginas del periódico pero que ahora venden 10 tantos más por lo que no están en el ocaso, y bla, bla, bla.
Hasta allá, todo aquello se me hacía lógico y, aunque para Gina y para mí estaba entre “los posibles”, no por eso casi me paraliza la bomba que soltó:
¿Y Gina por qué presentó el libro?, preguntó.
_Creo es amiga de don Manuel, le respondieron.
_No quiero volver a ver su nombre en el Diario, sentenció. Y hoy lo cumplió: Gina, su grupo feminista, su lucha, y el posible bienestar de miles y miles de mujeres yucatecas para las que se pide protección, fueron castigadas.
Desde antes de aquel 18 de marzo, fecha de la presentación, Gina y yo platicamos de ésta posibilidad, de que sea vetada en las páginas de Diario de Yucatán y su postura jamás la olvidaré: A mí nadie me dice que puedo hacer y qué no, de otra forma no sería yo congruente.
Confieso que hasta me intimidó la fuerza con que me espetó aquella frase, “Nadie me dice que puedo hacer y que no”. Me la repetí muchas veces, en ella encuentro explicación a muchísimas cosas que he tardado en entender sobre la igualdad de género, la paridad, los derechos humanos y demás.
Dice Carlitos, le comenté, que el Diario ha hecho mucho por ti. Sí, y es verdad, pero también le he sido útil, me respondió.
Como quiera que sea hoy es para mí es un día especial, de enseñanza y aprendizaje sobre la palabra congruencia, esa relación coherente entre varias ideas. Por un lado, una mujer valerosa que se sacrifica, y por el otro, un medio de comunicación que ha perdido la brújula.
Gracias Gina Villagomez Valdez