Por: Ismael Méndez Camargo.
En días pasados los medios de información dieron a conocer varias situaciones de acoso laboral en las corporaciones policiacas de Mérida y de Progreso con mujeres que han sido manoseadas por sus superiores, y que ahora alzan la voz ante la indiferencia de las autoridades que no se han pronunciado por estos dos casos que ya no son aislados entre los agentes de seguridad pública de nuestro estado con la complicidad de los altos mandos que no han creado protocolos de respeto para las uniformadas, quienes realizan un trabajo digno, siendo muchas de ellas jefas de familia y como tal tratan de dar ejemplo de valores a sus hijos. En las secretarías de seguridad de muchos estados, más del treinta por ciento de los elementos son del sexo femenino, distribuidas en las diversas áreas de oficina como de vigilancia.
Es muy delicado que los varones policías quieran abusar de sus compañeras, aclarando que algunas no se dan a respetar y no necesitan de mucha insistencia para intimar con los colegas, y por esa razón muchos quieren abusar de su autoridad o compañerismo. Esto no es nada nuevo entre todas las áreas no solo de policía, sino también en el sector de la educación, en donde vemos a inspectores, directores y jefes de departamento que abusan de su rango para aprovecharse de maestras, secretarias y personal administrativo femenino, y ninguna autoridad superior tome cartas en el asunto, además las famosas normas de protección para estos casos son prácticamente inexistentes. Son muy comunes los casos donde las mujeres que trabajan en este ramo se dejan subyugar por sus jefes, con la intención de ascender en su trabajo o de recibir dinero a cambio de los favores producto de las relaciones extra laborales.
En el caso de las personas que tienen a su cargo el cuidado y supervisión de menores de edad o jóvenes también han abusado de ese grupo poblacional, como es el caso de los jefes scouts, que ejercen galanteo a las muchachas o varones que gustan del escultismo, o de maestros que acosan a sus alumnos de ambos géneros con la intención de algún tipo de relación más allá de la profesional con la premisa de las calificaciones, desgraciadamente muchos jóvenes se prestan a la presión de los que deben cuidar a sus discípulos, traicionando la confianza de los padres de familia y de los directivos de las escuelas, también en esos casos no se han implementado ningún medio de prevención para proteger a este grupo que por sus características propias de la infancia y la adolescencia resultan vulnerables.
No escapa a este tipo de situaciones lo que ha pasado en las asociaciones religiosas, llámese católicos, cristianos, mormones, adventistas, etc. donde vemos que varios sacerdotes, ministros o pastores, abusan de su jerarquía eclesiástica para someter a sus feligreses con acosos, que aunque discretos, siempre se llegan a saber, y la mayoría de las veces todos se hacen de la vista gorda y callan ante los convencionalismos sociales, pero no solo es el hostigamiento de los referidos religiosos son hacia las mujeres, sino también en los hombres, niños y adolescentes que han sido víctimas de presbíteros, obispos y jerarcas de todas las religiones, sin reparo alguno, como pasó con el padre Marcial Maciel Degollado, sacerdote mexicano fundador de los legionarios de Cristo que acabó con la quinta y los mangos en el ámbito sexual, pues son muchas las denuncias en su contra, ya que no solo violó a sus seguidoras, como monjas, asistentes y demás, sino que también tuvo cópula con sus familiares directos, entre ellas su propia hija y nietas, teniendo descendientes con ellas en una gran aberración viniendo de un representante de Dios.
El famoso padre Maciel paradójicamente fue también fundador de importante red de universidades, varios conventos y la asociación Regnum Christi, en donde se pregonan valores cristianos con apego a los mandamientos plasmados en la biblia como seguidores de Jesucristo, y no fue hasta que el doctor en filosofía y letras José Barba Martín catedrático del ITAM, denunció al sacerdote ante las autoridades del Vaticano, causando gran deterioro de la imagen de los católicos en el mundo, ante el beneplácito de otras sectas y religiones. La citada denuncia fue demasiado tarde, pues el daño ya estaba hecho, aclarando que el citado doctor Barba, procedió su reclamo social hasta que tuvo las pruebas suficientes, que fue cuando el vaticano despojó a Maciel de su encargo religioso y la consecuente deshabilitación sacerdotal, cuando ya el delincuente presbítero ya era un anciano, a raíz de esta denuncia se destapó una cloaca de abusos religiosos entre sacerdotes y monjes católicos que durante más de setenta años, dichos religiosos abusaron de más de doscientos mil menores de edad de ambos sexos, catequistas y personas de injerencia de las iglesias, que trajo como consecuencia que muchos adultos denunciaran a sacerdotes norteamericanos, que le costó muchos millones de dólares en concepto de compensación y que tuvo que pagar la grey católica.
A todo esto se vio la triste realidad de que el Vaticano a sabiendas de lo que pasaba con sus sacerdotes, ocultaron estos abusos, siendo el peor lo realizado por el mayor degenerado de la iglesia que fue Maciel, quien abusó de más de sesenta menores de ambos sexos, y para hacer una cortina de humo publica dos libros de fama internacional, como fueron “ MI VIDA ES CRISTO” y “LA FORMACIÓN INTEGRAL DEL SACERDOTE” que incluso fueron traducidos en varios idiomas, con múltiples ediciones a través de varios años, cuyos derechos de autor los estuvo reclamando la hija del pederasta católico llamada Normita Rivas Baños, con quien también tuvo relaciones íntimas con hijos productos del incesto sacerdotal, de ahí el apodo del Monstro de la iglesia, y que a raíz de esta situación se filmó una serie televisiva llamada “The hell is waiting for him” que significa el infierno está esperando por él, título muy sugestivo y adecuado para el legionario Maciel.
A todo esto podemos anexar, la complicidad de padres de familia en el caso de los pederastas religiosos, que sabiendo de los abusos hacia sus hijos, por acusaciones de los menores por las vejaciones sufridas, nunca hicieron nada, y no fue hasta que uno de los afectados levantó la voz, que hizo que miles de ultrajados en su infancia y juventud demandaran justicia, obviamente por la compensación económica por el daño sexual recibido, aunque varios de los quejosos eran niños homosexuales comprobados, por las declaraciones de sus familiares quienes adujeron que todo fue por dinero, ya que muchos de los quejosos son miembros de la comunidad gay en el caso de los Estados Unidos. En el caso de México, si hubo castigo penal y una leve compensación monetaria, pero no muy trascendente, pues en nuestro país casi todos callan temiendo escándalo social y no habiendo freno jurídico a los acosos y ultrajes de este tipo, estas conductas seguirán siendo el pan nuestro de cada día.