Arsenal, por: Francisco Garfias.
Decía el barón de Montesquieu, padre de la división de poderes, que todo hombre que tiene poder se inclina por abusar del mismo, hasta que encuentra límites.
Ya en el siglo XVII precisaba que para que no se pueda abusar de éste hace falta, por la disposición de las cosas, que el poder detenga al poder. De allí nace la separación de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
El presidente López Obrador suele presumir que respeta la autonomía de los otros Poderes. Puro discurso, palabras huecas. La realidad es que el Ejecutivo tiene bajo control al Legislativo y al Judicial.
Sabemos cómo se aprobó en la SCJN la Ley de la Industria Eléctrica, que nos tiene metidos en un grave problema con Estados Unidos y Canadá; o como doblaron a senadores y diputados del PRI y del PRD para prolongar la militarización de la Seguridad Pública.
*El secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, fue ayer a San Lázaro como “facilitador de acuerdos…”. Por lo menos eso fue lo que declaró a los reporteros de la fuente.
Estuvo en el Palacio Legislativo antes de que se iniciara la sesión para discutir —y aprobar— la militarización de la seguridad pública hasta 2028. Se reunió con las bancadas de Morena, el PT y el PVEM.
Dio nota. Contó cómo los priistas buscaron a Nacho Mier, coordinador de la bancada de Morena en San Lázaro, para invitarlo a construir “un consenso” en torno a la “guardia civil” (sic).
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