Rubén Martínez Cisneros
El 19 de julio de 1824 tocaba el infortunio a la puerta de la vida de don Agustín de Iturbide, era fusilado en Padilla, Tamaulipas, han transcurrido 200 años de ese hecho. El ex emperador regresaba del exilio, días antes desembarcó en Soto la Marina donde fue aprehendido. Tenía 41 años, había nacido el 27 de septiembre de 1783.
El 1 de octubre del año antes señalado fue bautizado en la ciudad de Valladolid capital de Michoacán con el nombre de Agustín Cosme Damián, sus padres fueron don José Joaquín de Iturbide y doña María Josefa Arámburu.
Don Agustín de Iturbide, es un personaje controvertido en la historia de México; para algunos es el libertador de México, otros le enjareta el calificativo de traidor; don José Ramón Malo en su libro Diario de Sucesos Notables (1832-1853), Editorial Patria 1948, escribe, “El general, que, con su conocido valor, con sus profundos conocimientos militares y con su actividad proverbial había consumado en siete meses la grandiosa empresa de la independencia de su patria…”.
El historiador Lorenzo de Zavala autor del Ensayo Histórico de las Revoluciones de México, retrata a Iturbide, “Fiel servidor de los opresores de su patria y uno de los enemigos más temibles de la causa americana por su valor e infatigable actividad. Se distinguió por su crueldad sus conciudadanos y derramó la sangre de ellos para sostener la dependencia y esclavitud de su patria”.
Don Agustín de Iturbide, es coronado Emperador de México el domingo 21 de julio de 1822, camina de su residencia del Palacio de Moncada, ubicado en la calle de San Francisco y Plateros, -hoy Palacio de Iturbide-acompañado de su esposa Ana María Huarte y un escuadrón de caballería con rumbo a la Catedral Metropolitana, donde es ungido como patriarca de la nación.
El historiador José N. Iturriaga, señala, “El pésimo gobierno que encabezó durante sus escasos 10 meses de emperador, más allá de lo político, pues en los aspectos administrativos, financieros y económicos también fue un desastre”, el monarca abdica al trono el 19 de marzo de 1823.
En su libro Vida y Memorias se lee, Abdiqué la corona y solicité expatriarme…dejé el mando porque ya estaba libre de las obligaciones que violentamente me arrastraron á obtenerlo: la patria no necesitaba de mis servicios…Dejé el país de mí nacimiento…me hice extranjero en otro”. En los primeros días de mayo sale desterrado rumbo a Italia.
De acuerdo a Don José Malo, quien acompañó al general Agustín de Iturbide a su destierro y su retorno al país, ofrece su testimonio de aquel 19 de julio de 1823, “A las 6 se presentó una fuerza con el ayudante, se le avisó que ya era la hora, y salió, gratificando a los soldados nombrados para tirarle, y después se vendó los ojos. Quisieron atarle los brazos, a lo que se opuso diciendo que no era necesario”.
Agrega Malo, “Llegó al lugar de la ejecución, pronunció una corta arenga a la tropa y puesto de rodillas recibió las balas que terminaron con su vida”.
