Le miraron. Todos. Estaba allí. Zapatillas verdes y aquella mirada. Era tarde, anochecía. Habían ido las familias a un concierto para niños. Y, después, en un bar de la plaza, le miraron. No parecía darse cuenta, o tal vez sí, simplemente estaba allí. En una silla alta.
Y después cantó..
La voz era Sevilla y Granada, flamenco y alma, compás y oro. La letra era verso de agua y hierbabuena. Cantó! Y la noche se hizo mujer, y también noche, y noche de duende. Cantaba tan bien… Y lo hacía con todo, con verdad, con poso.
Era el “algo”…
Dedicado a mi mago, el que tiene mucho “algo”
A José María Manzanares, enhorabuena, heredero de dinastía con mucho “algo”
A mi hermana
A mi cantante favorito
A mi Luis
A la familia de mi Luis
A octubre
A septiembre
Y a Joaquín Galdós