Por: Eduardo Ruíz-Healy
Como pronosticador económico, el presidente Andrés Manuel
López Obrador no ha acertado en una.
El 24 de enero de 2021 pronosticó que el producto interno
bruto (PIB) aumentaría un 5% ese año. Luego, el 2 de febrero de 2022,
pronosticó que el PIB sí crecería un 5% ese año y, no solo eso, que también en
2023 y 2024 registraría un crecimiento similar. En agosto pasado se vio menos
optimista al pronosticar que la economía crecería un 4% en cada uno de los
últimos dos años de su gobierno.
Sus pronósticos fallaron. La economía creció un 4.7% en
2021, un 3.9% en 2022, este año crecerá entre un 3.2% y un 3.5%, mientras que
se prevé que en 2024 el aumento será de un 1.6% a un 2.6%.
También en lo que al costo de las obras preminentes de su
gobierno no ha acertado Andrés Manuel.
El Tren Maya nos iba a costar 7500 millones de dólares y nos
acabará costando 28 500 millones de dólares.
Por la refinería de Dos Bocas pagaríamos 8000 millones de
dólares, pero pagaremos entre 16 000 y 17 000 millones de dólares.
En octubre de 2019, AMLO nos dijo que el Aeropuerto
Internacional Felipe Ángeles o AIFA costaría 75 000 millones de pesos. El costo
final, de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda, fue de 104.5 millones
de pesos. Más los subsidios que se le entregarán durante quién sabe cuántos
años.
El presidente también ha incumplido algunas de sus promesas.
Una de ellas es la de que para el 1 de diciembre entrante México tendría un
sistema de salud como el de Dinamarca. Él mismo aceptó ayer, durante su
conferencia de prensa y sin decirlo, que eso no será posible cuando anunció que
espera que “para marzo ya se tenga un sistema público de salud de primera, con
médicos, especialistas, todos los medicamentos, estudios, intervenciones
quirúrgicas, todo de manera gratuita; ese es el propósito que tenemos”.
¡Y qué pasó con su promesa de tener una farmacia que tendría
“todas las medicinas del mundo”?
Pues lo mismo que con otras de sus promesas fallidas, ya que
también ayer anunció que “en diciembre vamos a inaugurar ya la gran farmacia
que va a contar con todos los medicamentos que se requieren. Esa gran farmacia,
ese gran almacén, va a tener un sistema de comunicación y de transporte para
que, si falta un medicamento en una comunidad, en un pueblo, en un municipio,
en un estado, sea un centro de salud, un hospital, en 24 horas se tenga el
medicamento, porque van a estar todos los medicamentos que se utilizan para
atender todas las enfermedades”.
El presidente ya no ofreció que en su megafarmacia estén
todos los medicamentos del mundo sino solo los “que se requieren”, pero sin
explicar cuántas serán estas.
También ayer, el director general del IMSS, Zoé Robledo,
señaló que este año “se autorizaron 838 tipos distintos de medicamentos para el
primer, segundo y tercer nivel de atención”. Tampoco dio más detalles.
Es imposible tener una farmacia que tenga “todas las
medicinas del mundo” porque nadie sabe cuántas son. Mejor hubiera ofrecido
tener disponibles los aproximadamente 640 medicamentos que, de acuerdo con la
Organización Mundial de la Salud (OMS), satisfacen las necesidades básicas de
un sistema de salud pública.
Los hechos muestran que el líder de la 4T no es diferente a
los 64 que, desde 1824, lo antecedieron en el cargo.
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