Anas Jamal Mahmoud al‑Sharif nació el 3 de diciembre de 1996 en el campo de refugiados de Jabalia, en la Franja de Gaza. Desde temprana edad, aspiró a ser periodista y se formó en la Universidad Al‑Aqsa, obteniendo una licenciatura en comunicación especializada en radio y televisión. Comenzó su camino como voluntario en la red Al‑Shamal antes de unirse a la cadena Al Jazeera como corresponsal en el norte de Gaza.
Durante la guerra en Gaza, iniciada en octubre de 2023, se convirtió en uno de los rostros más visibles de la cobertura desde el terreno. Rechazó evacuar el norte pese a reiteradas órdenes de las FDI y alertas directas sobre su vida. A diario informaba desde zonas marcadas por bombardeos, desplazamientos y escasez, en condiciones extremas que lo llevaron a transmitir imágenes y testimonios cruciales desde una de las áreas más inaccesibles del conflicto.
Su trabajo fue reconocido internacionalmente cuando el equipo de Reuters al que pertenecía recibió en 2024 el Premio Pulitzer de Fotografía de Noticias de Última Hora por sus imágenes «crudas y urgentes» de la guerra en Gaza.
El 10 de agosto de 2025, una emboscada mortal se cobró su vida: un ataque aéreo israelí impactó una tienda de campaña utilizada por periodistas frente al Hospital Al‑Shifa en Gaza. Al‑Sharif y sus cuatro colegas —Mohammed Qreiqeh, Ibrahim Zaher, Mohammed Noufal y Moamen Aliwa—, junto con dos civiles, incluido su sobrino, fallecieron en ese ataque.
Poco antes del bombardeo, al‑Sharif compartió un mensaje que estremeció al mundo. Escribió: «Nonstop bombing… For the past two hours, the Israeli aggression on Gaza City has intensified» («Bombardeo sin parar… Durante las últimas dos horas, la agresión israelí sobre la ciudad de Gaza se ha intensificado». En su carta póstuma, advirtió: «Si estas palabras llegan a ustedes, sepan que Israel ha logrado matarme y silenciar mi voz», y pidió: «No se olviden de Gaza… Y no me olviden en sus sinceras oraciones». Otros medios relataron que pidió no guardar silencio frente al «genocidio» y encomendó el cuidado de sus hijos, Sham y Salah.
Israel defendió el ataque afirmando que al‑Sharif era integrante de Hamás, presentando documentos como presunto respaldo. Al Jazeera y organizaciones defensoras de derechos humanos rechazaron estas acusaciones como un intento de justificar el asesinato de periodistas, exigiendo protección y una investigación independiente.
Su muerte no sólo conmocionó a la sociedad de Gaza: se convirtió en símbolo de la cada vez más peligrosa situación que enfrentan los periodistas en zonas de conflicto. Organizaciones como el Comité para la Protección de los Periodistas, Reporteros Sin Fronteras y la ONU lo reiteraron como una grave violación del derecho internacional y exigieron medidas urgentes para proteger a quienes informan desde el frente.


