Por: Carlos Mena Baduy.
Un buen día compre un ejemplar de La Revista Peninsular, por la portada y el índice sabía que era de política pero lo que me interesó era que se concentraba en Yucatán, leí los artículos y de inmediato noté que era crítica al gobierno en turno que era del PRI, en ese entonces, me llamó la atención porque pocos o casi ninguna publicación se atrevía a criticar al gobierno en una época donde la tolerancia no era común. También me di cuenta de la poca publicidad por lo que deduje que era un esfuerzo de información de contrapeso con poca probabilidad para sostenerse en el futuro; pero sabía algo muy importante, que los gobiernos, más bien la sociedad, necesita contrapesos, es decir, que les indiquen problemas o errores sin preámbulos y con libertad.
Leí las críticas, eran descriptivas en los hechos con nombre y apellido definitivamente valeroso y hasta peligroso en aquella época, pero necesario provocando un gobierno más útil, más sano, más trasparente. Por los apellidos del dueño pensé que era del Diario de Yucatán, eso tiene 27 años. En los 90 el único problema social de Yucatán era la política no la economía, era cuando en el Seguro Social había camas suficientes y cupo en las escuelas públicas, era cuando las empresas yucatecas crecían y no había TLCAN, era cuando ibas al supermercado y te alcanzaba para comprarle juguetes a tus hijos.
Años después, un buen día entró Rodrigo Menéndez a mi oficina, yo tenía la primera empresa privada de internet, Finred, para abrirle espacio a su correo electrónico y su primera pagina de web, resulta que Rodrigo con apenas 26 años se hacía cargo de La Revista a la muerte de su padre, intenté preguntarle más sobre los criterios de sus editoriales y el futuro de La Revista.
Su respuesta fue que La Revista iba defender a los gobiernos legítimamente electos y aplaudirles su virtudes y gritarle sus defectos, es decir, se iba tomar la política en serio ,ni con ánimos partidistas, ni con indulgencias, tampoco con hígados, ni fanatismos; y eso es La Revista Peninsular actualmente, es un espacio en el que si escribes con criterios y bases reales de aplauso a políticas públicas efectivas o crítica sobre hechos, no percepciones, la convierten en un vehículo único de conocimiento sobre la administración pública real.
Rodrigo Menéndez carga con sus consecuencias, cuando critica es enemigo cuando aplaude es vendido pero la realidad es que ningún gobierno es suficiente malo para no tener éxitos, ni suficientemente bueno para no tener fracasos. Eso lo entendemos todos, menos los políticos.
El respeto, código moral y apertura de La Revista hacen de esta publicación un instrumento muy valioso de expresión cuando se necesitas exhibir errores, alertas y propuestas o cuando hay que aplaudir y estimular políticas o acciones de las personas correctas en el servicio público de Yucatán, sobre todo en los tiempos cuando vas contra la corriente y nadie se atreve a publicar acción y esto representa un baluarte al sano desarrollo político de Yucatán. Felicidades Rodrigo y al equipo que hace posible semana a semana La Revista Peninsular.
