La crisis energética en Cuba sigue afectando gravemente al país, con un nuevo apagón a nivel nacional que ha dejado sin electricidad a casi la mitad de la población. Este último incidente, ocurrido en octubre de 2024, es considerado uno de los peores del año, con una afectación que superó el 45% de la demanda eléctrica durante las horas pico. Las principales causas son las constantes averías en las centrales termoeléctricas y la falta de combustible para las plantas de generación distribuida, un problema que ha empeorado en los últimos meses.
La estatal Unión Eléctrica (UNE) había pronosticado que la demanda de electricidad para ese día alcanzaría los 3.250 megavatios, pero el déficit energético provocó una desconexión de hasta 1.514 megavatios, afectando a hogares, hospitales y comercios en todo el país.
Las autoridades intentan mitigar el impacto alquilando centrales flotantes, pero estas soluciones temporales no han logrado cubrir la creciente demanda ni solucionar el deterioro estructural del sistema energético.
Además de los prolongados cortes, que en algunos casos han durado hasta 16 horas, los cubanos expresan su frustración en redes sociales, donde critican la falta de soluciones concretas y la repetida ineficiencia de las medidas tomadas.
A pesar de los intentos del gobierno para estabilizar la situación, las previsiones indican que los apagones continuarán hasta que se logre una recuperación más sólida del suministro de combustible y se realicen las reparaciones necesarias en las infraestructuras eléctricas.