La mañana del 4 de septiembre de 2024 será recordada como el momento en que la reforma judicial fue aprobada en la Cámara de Diputados de México, en medio de gritos de euforia y celebraciones por parte de los legisladores de Morena, el Partido Verde y el Partido del Trabajo. “¡Sí se pudo, sí se pudo!” resonaba en el gimnasio de la Sala de Armas del Deportivo Magdalena Mixhuca, donde se desarrolló la histórica votación.
El líder de la bancada de Morena, Ricardo Monreal, fue recibido como un héroe por sus compañeros de partido, quienes, tras más de 24 horas de agotadoras sesiones, celebraban el resultado. A pesar de que el desenlace estaba prácticamente asegurado desde el 21 de agosto, cuando el Instituto Nacional Electoral (INE) definió la mayoría calificada necesaria, la votación final no estuvo exenta de tensiones y momentos de cansancio.
Durante la sesión, los diputados y diputadas debatieron intensamente las reservas al dictamen de la reforma. A lo largo de la jornada, se desecharon 607 de 610 reservas presentadas, lo que generó un ambiente de frustración entre algunos legisladores, quienes se levantaban de sus sillas para estirar las piernas o tomar aire. Sin embargo, cada vez que era necesario, los parlamentarios retomaban el micrófono para defender sus posturas o enumerar las posibles consecuencias de la reforma.
Ricardo Monreal, en su turno final para presentar reservas, optó por retirar su propuesta y utilizar el tiempo para elogiar el trabajo del partido y sus aliados. “Estas han sido horas agotadoras, pesadas, incómodas, cansadas, aunque resalto que sin enfrentamientos, sin violencia, con civilidad”, comentó Monreal, reconociendo el esfuerzo colectivo que culminó en la aprobación de la iniciativa del Ejecutivo.
A las 09:37 horas, la aprobación fue oficial, marcando el triunfo de la bancada oficialista. La reforma judicial incluye, entre otras medidas, la propuesta de elegir jueces y ministros de la Suprema Corte por voto popular, un cambio significativo en el sistema judicial mexicano que ha generado opiniones divididas tanto dentro como fuera del Congreso.
Esta aprobación, aunque esperada, no deja de ser un punto álgido en la política nacional. Los partidarios de la reforma celebran lo que consideran un paso hacia una mayor democratización del Poder Judicial, mientras que sus detractores advierten sobre los riesgos que podría implicar para la independencia de la justicia.
Este episodio marca un antes y un después en el funcionamiento del Poder Judicial en México, y tanto los legisladores como la sociedad mexicana estarán atentos a los efectos que esta reforma tendrá en la impartición de justicia y en la estructura de uno de los poderes más importantes del Estado.
