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Armonía familiar

Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez.*

En Facebook y en Youtube: Dr. Jorge Valladares. 

Si te pregunto ¿qué es lo más importante en tu familia o lo que debe caracterizar a una familia?, probablemente respondas lo que cientos de personas me han dicho a través de consultas, conferencias y encuestas; la unión y el amor.

Pensando en ello es difícil entender tantos problemas familiares y sociales que vivimos, generados por nuestro comportamiento al convivir, si todos provenimos de y nos formamos principalmente en una familia, la cual nos dio en algún grado esas dos cualidades, que son lo esencial que de ella obtuvimos.

¿O no lo tuvimos? ¿O no todas son así? ¿O son pocas las que logran eso, o pocas veces ocurre en las familias? Desde luego que, en alguna medida, lo hemos vivido, y considero importante compartir ideas sobre cómo funcionamos en familia y los efectos que para bien y mal ello puede tener hacia lo que somos y cómo nos relacionamos.

Continuando con el foco en lo que importa, que ofrecí para 2022, quiero dedicar una segunda línea de temas a mi pasión dentro de la psicología, que fue el eje de mi formación profesional: la familia; su magia, su ciencia y su vitalidad. Sin romanticismos, ni moralinas; sí con positividad y propuestas de caminos para fortalecerla.

Aprendí al paso de las experiencias a centrarme en los padres/madres, como punto de acceso a lo que sea que pudiera servir. Acompañar ese proceso que es el más duradero, apasionante y trascendente para millones de hombres y mujeres.

Por años les pregunté directamente a algunos miles; y al cabo del tiempo y los análisis, el problema familiar más relevante fue el mismo; presente en todas las etapas, condiciones de vida, situaciones de familia, acceso a recursos y localidades. La responsabilidad de educar, el querer y no saber si estamos haciendo lo “correcto” con y por nuestros hijos/as. Esa preocupación que se repite poco antes de ir a dormir, casi cada día, en ciertos periodos en especial, pero constantemente.

La incertidumbre como telón de fondo, paliada en diversos grados con los recursos de cada cual, pero natural a la condición de parentalidad. Y es que educar a los hijos es una labor que se ejerce necesariamente en el presente, un presente cambiante; que ejecutamos mayormente con los recursos de nuestro pasado (la forma en que fuimos educados, nuestra personalidad resultante), pero cuyos resultados sólo se aprecian en un futuro que frecuentemente parece demasiado lejano, y en ocasiones temible.

Para acompañar a padres y madres en esta labor, a partir de los muchos recursos con los que cuentan la psicología y otras ciencias, decidí plantear alguna fórmula accesible, que al cabo de mi labor con familias y en instituciones veo que ha resultado útil. La combinación de temporalidades mencionada hace que la incertidumbre sea constante y renovable, por ello sirve saber lo básico que debemos hacer en todo momento, en nuestra función educativa y así surgió el acróstico A D O, como fórmula para la formación de Hijos Autosuficientes.

Se refiere a que las tres acciones parentales que debemos ejecutar todo el tiempo, del mejor modo que sepamos y de manera tan sana como seamos capaces es proveer Afecto, procurar Disciplina y favorecer el aprovechamiento de Oportunidades. Habrá oportunidad de profundizar en ello.

Por ahora quiero poner el enfoque sobre el objetivo a lograr a través del proceso de vivir, ejercer y disfrutar la paternidad/maternidad. Podemos leer decenas de posturas al respecto, y, desde luego, lo que tú creas es lo más válido y correcto para ti, y ojalá que también para quienes integran tu familia. Como punto de conversación, comparto lo que considero que debemos lograr en el proceso con el uso de mi fórmula y lo que veremos en ese futuro que no queremos que llegue pronto, pero que llegará y nos dará noticia del efecto de lo que hicimos en el camino de acompañarles en su desarrollo.

Dicho en breve, nos toca realizar esas tres acciones (ADO) y todo lo demás que queramos, sepamos y/o no podamos evitar hacer. Y con ello ir generando durante la vida lo que elijo llamar ARMONÍA FAMILIAR. El buen ejercicio de la parentalidad, a largo plazo, dará a nuestros hijos/as AUTOSUFICIENCIA, cualidad adecuada para que definan su propia felicidad y hagan lo necesario para vivirla; esto, claro, con todas las diferencias que son esperables por ser seres humanos quienes se están formando y también quienes forman.

De todo lo que podemos conversar, inicio por la Armonía Familiar, y así vamos entrando poco a poco a estos apasionantes temas. Elegí este concepto porque implica la proporción y correspondencia de unas cosas con otras. Como en un concierto o la música que disfrutamos cada vez que tenemos oportunidad. Hay melodía, que son las notas características de cada “instrumento” participante; hay el ritmo, que es la forma en que se presentan en el tiempo las manifestaciones de cada cual; pero la armonía es la integración de elementos, de manera que estéticamente correspondan y den lugar a un conjunto, que permite a cada instrumento manifestarse en su tiempo y en una proporción que acaba siendo lo que disfrutamos al escuchar.

Así en la familia (o cualquier grupo que nos importe mucho) cada persona tiene su propia vibración, forma de ser, participaciones, cualidades que aporta, defectos que le son propios. Hay tiempos que cada cual dedica a sus actividades, a sus manifestaciones y que pueden o no ser similares a los de los/as demás integrantes. Y, entonces, la armonía consiste en poder distribuir proporciones de tiempo, afecto, colaboraciones, conflictos, recursos, etc. acordes a las necesidades de cada cual y la convivencia entre pares (y distintas combinaciones) en una satisfactoria correspondencia, o sea respuestas recíprocas.

La armonía no es un estatus, que ocurre circunstancialmente o por evitación de afectar las relaciones (manifestando individualidades); la armonía es una acción colectiva concertada, que puede ser mayor o menor mientras se construye y variar por temas o periodos; que se aprende, practica y evoluciona. Como al hacer música, se trata de conocer bien a cada integrante para permitirle que aporte a esa armonía lo que le es característico y tenga sus momentos de “solos”, fondo, combinación o silencios que no tienen porque ser los mismos que para los demás, pero sí complementarios y proporcionales. Incluso, la batuta, ha de ser alternada en cierta medida, para permitir que quien mejor domine cada género, sea quien facilite mejores resultados en la música familiar.

No se trata de pedir la armonía o reclamar su ausencia, y mucho menos de atribuir a alguno/a de los integrantes su rompimiento o inexistencia. Como padre/madre estás contribuyendo a la armonía desde el Afecto cuando haces notar las aportaciones de cada cual, describiéndolas y valorándolas, sin emitir juicios. Igual favorece a la Armonía, desde la Disciplina, que te asegures que se cumplan los acuerdos y que las aportaciones sean recíprocas y complementarias. Y el buen manejo de las Oportunidades lo provees cuando en las ocasiones especiales fomentas que practiquen roles que van con sus preferencias y talentos, y propicias la retroalimentación hacia los avances logrados.

Dejo aquí acciones que sirven mucho para contribuir a la armonía familiar y que ya sabes, e incluso las haces. Partiendo de mi Psicología del Hilo Negro, se trata de hacerlo cada día, hacerlo mucho, hacerlo sanamente…

Hazle saber que confías en lo que dice y en sus capacidades, tomando en cuanta lo que dice cuando tomas decisiones, cuando se trata de hacer algo juntos y también dándole responsabilidades del hogar y en la convivencia. Destaca y aprovecha para la familia las fortalezas de cada integrante, da crédito a cada cual por lo que aporta, a todos/as por aprovecharlo. Di sin dudar, ni juzgar, los errores cometidos (propios y de los/as demás) y valora los esfuerzos y las capacidades con frecuencia; habla de conductas, evita las etiquetas permanentes. Fomenta la independencia y la autonomía, cada vez más, y siempre unida a la aceptación de las consecuencias favorables y desfavorables que conlleven. Ve más allá de la tolerancia, al auténtico respeto de la forma de ser, preferencias y opiniones de cada cual, sin dejar de expresar los tuyos, y animando a buscar la complementariedad.

Asegura tiempo de convivencia, pasatiempos comunes, de preferencia que sean del gusto de todos/as, pero si no, que vayan dándose por turnos colaborativos. Cuando algo mejore o se logre, reconócelo y haz que se exprese cómo llegaron a ello. Cuando algo se atore, haz que se identifique lo que está pasando, en vez de culpar o lamentar la situación. Haz que hablen de armonía, y que propongan maneras de conseguirlas; prueben y hagan funcionar las ideas de cada cual para fortalecer la convivencia armónica y la integración.

Podemos conversar de cómo aterrizar estas y otras ideas en el día a día con tu gente, y con ello ir entrando a los otros conceptos que empiezo a mencionar aquí e iremos ampliando en las ocasiones en que el foco lo pongamos en la familia. La intención es preguntarnos cómo vamos, y hallar respuesta que nos permita ir a mejor lugar o de manera más satisfactoria. Y, como ya estarás pensando, esto no sólo aplica en un grupo familiar, sino que también puede beneficiar a otras formas de convivencia donde queramos lograr efectos positivos similares.

En cualquier relación puede haber problemas; la que hace la gran diferencia en la familia es que sin importar la naturaleza o gravedad de lo que suceda, siempre seremos parte de ella. Podemos renunciar a un trabajo, a un equipo, a un vecindario, a una pareja, a una asociación, pero a la familia nunca; piénsalo, nunca realmente. Qué maravilla hallar los modos de estar y disfrutar en armonía de ese vínculo eterno, sin pasar por añorar a distancia (física o emocional) lo que de cualquier manera vive a diario en nuestra mente y corazón.

En su “Ilusiones”, Richard Bach nos dejó a la vista que el vínculo que une a nuestra verdadera familia no es el de la sangre, sino el del respeto y la alegría que tú sientes por las vidas de ellos y ellos por la tuya. Es de donde surge la música que da su matiz particular a nuestro vivir y la historia que construimos, cada cual y en colectivo.

*Jorge Valladares Sánchez
Papá, Ciudadano, Consultor.
Especialista, Maestro y Licenciado en Psicología
Doctor en Ciencias Sociales.
Doctor en Derechos Humanos.

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