Del Mexican Moment al “peor de los mundos”
Por Francisco Garfias
La aparición del empresario Juan Armando Hinojosa, del Grupo Higa, en el escándalo de los paraísos fiscales conocido como el Panama Papers, vuelve a poner en primer plano los espinosos temas de la Casa Blanca y la de Malinalco.
Hinojosa, uno de los contratistas más favorecidos por los gobiernos de Enrique Peña desde que era gobernador, aparece en esa mediática lista, que fue nota de primera plana en los principales diarios del mundo y que ya provocó la caída de un primer ministro.
El jefe del Grupo Higa financió —en condiciones favorables para los compradores— las casas de Angélica Rivera, esposa del Presidente, y de Luis Videgaray, secretario de Hacienda.
Ahora resulta que Juan Armando escondió 100 millones de dólares en paraísos fiscales, según el balconeo de los periodistas que investigaron el Panama Papers.
El escándalo que provocó, aunado al pésimo manejo de la barbarie de Ayotzinapa, dio al traste con el Mexican Moment derivado de las reformas estructurales y, como dice un veterano priista, puso al gobierno y al tricolor “en el peor de los mundos”.
Hinojosa se hizo famoso cuando el equipo de Carmen Aristegui detonó el asunto de la Casa Blanca.
La cosa empeoró para el gobierno mexicano con la noticia de que el primer ministro de Islandia, Sigmundur Davíð Gunnlaugsson, dimitió de su cargo luego de aparecer en uno de esos paraísos fiscales que dio a conocer el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación.
El primer ministro no esperó los resultados de una investigación eterna para tomar su decisión.
Una y otra vez escuchamos el envidioso comentario de que “por qué allá sí y aquí no…”.
En nada ayuda a la imagen del gobierno que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) contratados para esclarecer —¿o enredar?— el caso de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa haya roto relaciones con la PGR.
El quiebre se produjo a raíz de que se dio a conocer, en un tercer peritaje, que sí hubo incendio y que, por lo menos, 17 personas fueron hechas ceniza en el basurero de Cocula.
Entre los expertos en fuego que colaboraron en el tercer peritaje está el controvertido peruano José Torero, integrante del GIEI.
A este hombre del GIEI, que participó en el segundo peritaje, le bastaron 20 minutos para determinar que en Cocula no hubo una pira humana. Ahora se queja, con motivo del tercer peritaje, de que la PGR violó el “pacto perpetuo” de confidencialidad que se había acordado.
¿Pacto perpetuo de confidencialidad? ¿Pues no se trata de que los mexicanos sepamos qué pasó con los normalistas desaparecidos? Es pregunta.
Le voy a dar otra mala noticia. Las tan cacareadas Leyes Secundarias Anticorrupción —incluida la 3 de 3 que empujan los ciudadanos— aún no tienen fecha para su discusión y aprobación en el Congreso.
A este periodo ordinario en el Congreso le quedan siete sesiones. Termina el 30 de abril y nomás no se vislumbra un acuerdo. Peor: la Cámara de Diputados pintó su raya. Nos dicen que a instancias del coordinador del PAN, Marko Cortés, se resolvió no aprobar nada que no llegue a San Lázaro antes del 15 de abril.
¿El argumento? “No somos oficialía de partes”.
Estamos a 6 de abril. Quedan nueve días para que se cumpla el plazo. Dos sesiones o tres a lo más. Parece imposible.
El coordinador de los senadores del PRI, Emilio Gamboa, habló de la posibilidad de que el paquete anticorrupción se apruebe en la Cámara alta el 20 de abril. Admitió, sin embargo, que aún hay diferencias con la oposición.
Por cierto que a los priistas les cayó muy mal que el presidente de la Comisión Anticorrupción del Senado, Pablo Escudero, haya descartado, literalmente, la posibilidad de que las leyes se aprueben antes de que se clausure el periodo de sesiones.
“¿Para qué lo dice en época electoral?”, preguntó, irritado, un experimentado legislador del tricolor.
La angustia de los mexicanos aumentó con el anuncio de Luis Videgaray, secretario de Hacienda, en el sentido de que habrá otro ajuste de mil 750 millones de pesos en el Presupuesto para 2017.
Ya se la saben, hay que apretarse el cinturón: más gente en la calle sin trabajo, menos inversiones, menos obra, menos dinero, menos crecimiento.
Llama la atención que José Antonio Meade, titular de la Sedesol, ande en boca de los priistas como posible carta del PRI para 2018.
Ayer lo escuché en boca de dos encumbrados integrantes de este partido —uno de la vieja guardia y otro muy joven. Lo ubican como el hombre que puede entrarle al quite en caso de que no crezcan los dos alfiles del presidente Peña: Miguel Osorio y Luis Videgaray.
Al que no ven por ningún lado es a Eruviel Ávila, gobernador del Estado de México. “No trae nada”, nos dijo el más veterano, luego de llevarse el índice a la cabeza.