Reflexiones en voz alta, por: Carlos Capetillo Campos.
carlos_capetillo@hotmail.com / @capetillo campos
El proceso electoral en cuanto se refiere
a la elección del Presidente de la República en México, es a mi juicio
demasiado largo. Empieza con el proceso interno de cada partido para la
selección de su candidato, en este caso la excepción fue el partido ganador y
de su candidato, su dueño.
Este proceso tuvo algunos detalles
particulares, como que el ganador en forma por demás impresionante, fue el
único que perteneció al partido al que peor le fue, que no solo perdió el
poder, sino cayó a un vergonzoso tercer lugar no muy lejano del cuarto, con una
representación en el legislativo, la más pobre de su historia.
La segunda etapa fue la campaña, que en sí
fue relativamente breve, 90 días, a excepción del ganador que llevó 18 años de
campaña y que ahora le dio resultados con una abrumadora votación a su favor.
Al PRI lo representó una persona con
cualidades de lujo como funcionario y como ser humano, con una esposa que
cautivó con su sencillez y naturalidad a todos los que la conocieron, pero que
la falta de militancia y práctica del candidato en temas de política y campaña,
le impidió conectar con el electorado. El país no debe desperdiciar a esta
persona muy capacitada como funcionario y además preparado con cargo al
gobierno, y que ha sido funcionario de alto nivel en diferentes áreas, lo que
le permitió acumular un amplio conocimiento de diversos temas de vital
importancia para México.
La tercera etapa fue la elección y su
calificación que culmina con entregar su constancia de Presidente Electo al
ganador, que ya concluyó también.
La cuarta etapa es la que exige mayor
cuidado, ya que impactará directamente a los mexicanos: la definición de los
programas que fijarán el rumbo del gobierno y la selección de quienes serán los
responsables de llevarlos a cabo.
El Presidente Electo Andrés Manuel López
Obrador, conoce sin duda la geografía del país, los liderazgos, sus vocaciones,
esto le da la ventaja de no empezar de cero para darle forma a su visión y
programas de su gobierno.
A la vista, su cuerpo de gobierno lo está
integrando con personas de amplia experiencia, lo que supone una garantía que
no tendrá necesidad de la etapa de aprendizaje que en algunos casos se llevan 6
años. Y ya sabemos que “mientras crece el zacate se muere la mula”.
Todos los propósitos como honestidad,
austeridad, eficiencia, transparencia, respeto a la ley, está en que los
funcionarios y servidores públicos tengan en su personalidad esas cualidades.
Y sus medidas como es natural, algunas de
ellas despiertan simpatías y dudas otras.
Algunas ya se intentaron en el pasado,
como la desconcentración de las Secretarías y Dependencias Autónomas del
Gobierno Federal a los Estados, que lo más fácil es dar la orden, lo difícil es
la logística que se requiere como vivienda, transportes, servicios, recursos
financieros, integración social, entre otros temas.
La fortaleza política del Presidente
Electo reside sin duda, en el apoyo popular que hasta ahora goza y que deseo
que lo incremente, porque eso significa que está cumpliendo sus promesas
positivas y que la población ya recibe los beneficios. Todos los mexicanos,
independiente de su ideología y filiación partidista, deseamos que al gobierno
le vaya muy bien, porque eso se reflejará en beneficio del país.
La más cuestionada hasta ahora es el
nombramiento de los Coordinadores de sus programas de los fondos federales a
los Estados.
Pero como en todos los casos, el éxito o
fracaso está en la personalidad de los Coordinadores. Si se piensan
Gobernadores y su función la quieren ejercer para obtener control político,
habrá conflicto con los Gobernadores Constitucionales. Si, por el contrario, se
coordinan inteligentemente y leales a su función, a pesar de lo intenso y
amplio de su responsabilidad, será un éxito.
Te
saludo cordialmente