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Así no juego

Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez.*

En Facebook y en Youtube: Dr. Jorge Valladares.

Así no juego
Lamentable Crónica de un Agandalle Anunciado

Hablando de jugar podemos referirnos,
según el diccionario, a “hacer algo con alegría con el fin de entretenerse,
divertirse o desarrollar determinadas capacidades” (3 finalidades, todas con
alegría); “travesear, retozar”, que se parecería a “juguetear”; “entretenerse,
divertirse tomando parte en uno de los juegos sometidos a reglas, medie o no en
él interés” (empiezan las complicaciones); un total de 23 acepciones, y algunas
otras combinaciones tan importantes como la de jugar limpio (sin trampas, ni
engaños). Su raíz, “iocari” pone
el acento en hacer algo con alegría, con placer.

Juego
tiene su origen en “iocus” que se refiere a broma, chanza, o diversión,
mientras que el diccionario lo amplía a “acción y efecto de jugar por
entretenimiento”; “ejercicio recreativo o de competición sometido a reglas, y
en el cual se gana o se pierde” (no perder de vista este punto); la “práctica
del juego de azar” (donde el resultado no depende de la habilidad o destreza de
los jugadores, sino exclusivamente de la suerte); o la “actividad
intrascendente o que no ofrece ninguna dificultad”; y otras 15 acepciones, y
por allí combinaciones interesantes como el “doble juego” (seguir dos líneas de
actuación enfrentadas).

He escuchado a muchas personas expresar
añoranza por los juegos de su infancia, incluso como si hoy no les fuera
posible seguir jugándolos, muchas veces aduciendo la el tiempo disponible o
incluso reclamando (a la vida, a la juventud, a la tecnología) que nuestros
niños y niñas ya no jueguen tan activa y divertidamente como “antes”; “¡ahora
puro Nintendo!”, ¡je!, “pura tablet, puro celular”.

Dejaré para el siguiente artículo (donde
toca hablar de psicología familiar) las explicaciones que tienen que ver con
tomar distancia de lo que algunos gustan llamar “su niño interior”, así como
las cuestiones culturales y de nuestras prácticas educativas, cada vez menos
prácticas y aún menos educativas. Me concentro ahora en cuestiones que afectan
a temas de nuestra forma de convivir en sociedad y las concesiones que damos a
quienes controlan el juego de lo público.

La idea
sí provino de que un día al ponernos a jugar Stop (declaro la guerra en contra
de…) como adultos descubrimos que había vacíos entre nuestro recuerdo y lo que
las niñas insistían que procedía al jugar; y fue cuando la esencia divertida
entró en conflicto con la rigurosidad de las reglas. Y entonces fue más clara
la memoria y pude re pensar desde esta edad lo que en realidad sucedía en los
juegos de mi infancia.

Había
todos los días, claro, oportunidad de jugar, incluso temporadas de juegos en la
escuela, que nunca entendía con qué estaban relacionadas, pero era natural
transitar de una tendencia a otra y todos/as lo asumíamos así. El yoyo, el
trompo, las canicas, el avión, la cuerda, el resorte, tenían su racha y meses
después regresaban… Incluso cuando “los deportes” tomaban la primacía, si bien
el fútbol o el básquet tenían escenario asegurado, llegaban rachas de beisbol,
tochito, quemados y otros que tenían su temporada.

No
recuerdo a nadie explicándome todas las reglas de ninguno de los juegos para
poder jugar. Lo común era llegar temprano y ser parte de armar el juego, o
llegar a uno ya en marcha, pedir el chance o, con más autoestima, sólo anunciar
“juego” y meterte. Practicando una y otra vez, aprendías a jugar, e ibas
asumiendo las reglas y uniéndote a las voces que hacían que se cumplieran,
cuando alguien se salía de ellas.

Las
discusiones por reglas eran pocas, casi las mismas y parte de la emoción de la
jornada. Y a quien no le parecían (no le favorecían) tenía dos caminos, salirse
del juego o imponerse si tenía los medios, como ser dueño del balón o tener el
ascendiente ya ganado entre el grupo.

Muchas
veces he escrito sobre la degradación del uso de conceptos en esta maldita
posmodernidad, como una forma de dispersarnos e incluso enfrentarnos sin mayor
sentido. Añado ahora otro elemento que ha contribuido a bajar nuestras
cualidades humanas, comunitarias y sociales: olvidar, desconocer o cambiar a
capricho las reglas de los juegos en los que participamos, tanto si buscamos un
resultado, como si simplemente se trataba de divertirnos y ya no sucede.

Me
explico. En uno de los sentidos es válido llamarle juego a las formas en que
nos organizamos para hacer funcionar algo para muchas personas; en este caso
aplica de manera importante el aspecto de las reglas, las cuales se vuelven el
medio para asegurar que haya mejora y diversión para todos los/as que
participen. Primer problema: no nos organizamos entre todos/as. Y el dueño del
balón decide que ya no caben las opciones de ganar y perder, sino que el juego
se modificará en cualquier momento para asegurar ser quien gane cada partida,
“agandallarse” pues. Lo cual naturalmente genera confusión a quienes querían
divertirse, inseguridad a quienes creían tener posibilidades de ganar y
frustración a quienes querían jugar honestamente.

Buscando
las reglas “oficiales” de algunos juegos tradicionales, me encontré que existe,
por ejemplo una “Federación Mundial de Canicas” y leyendo detecté que algunas
de las cosas que en mis rumbos jugábamos eran acordes a sus reglas y por allí
otras no. En el juego de la democracia existen varios autores que hablan de sus
bondades y principios, pero demasiados políticos perennes que llaman a lo que
sea jugadas correctas y descalifican a los demás por plantear otras. A pesar de
tener tanto tiempo y practicarse (supuestamente) en tantos lados, todavía
seguimos dependiendo de quien tenga la posesión temporal del balón para que nos
diga lo que es correcto o cómo participar, ¡si queremos jugar!

En
nuestro país, el enorme cúmulo de reglas que nos han dejado esos dueños
alternantes del balón se habían ido guardando en una churrigueresca
legislación, misma que para nada era clara, ni satisfactoria, para que
pudiéramos todos tener oportunidad de ganar algo, divertirnos o al menos
participar. Y a pesar de su volumen seguía incompleta, pues todo el tema que
tiene que ver con la democracia directa (las decisiones tomadas directamente
por la ciudadanía) seguían ausentes. Los actuales dueños del balón decidieron
hace un par de años escribir un poco en ese sentido. Pero más tardaron en
hacerlo que en incumplirlo e intentar cambiarlo, todo para el mismo fin,
asegurarse de ganar a como dé lugar.

En el
Modelo de Ley Integral de Participación Ciudadana 75 especialistas de todo el
País hicimos un planteamiento de la forma de asegurar que la política pública
estuviera encaminada al fortalecimiento de la ciudadanía y los llamados
mecanismos de participación pudieran efectivamente utilizarse para dicha
finalidad. La Constitución ahora tiene en su redacción un poco de lo que es
correcto para jugar el juego llamado Revocación de Mandato. Pero los autores
del texto se han vuelto sus principales defraudadores y de pasada se enfilan a
destruir, sin más argumento que tener el balón en sus manos, lo que se había
logrado escribir entre muchos jugadores/as en tres décadas. Todo para ganar a
como dé lugar. La misma finalidad de siempre, con un cinismo inédito.

Las
reglas deberían ser sencillas, procedo a simplificarlas, como veo que hace una
página que intenta poner a nuestro alcance las bases de esos juegos que
añoramos y que si queremos jugar sería sano que apliquemos su naturaleza y
condiciones para que el juego lo gane quien mejor juegue, pueda participar
cualquiera y quienes lo hagan en efecto se diviertan, que para eso sirven los
juegos.

Reglas básicas para
jugar a la Revocación de Mandato.

¿Qué es?

Una
manera de que la ciudadanía pueda quitarle el mandato al Presidente si le ha
perdido la confianza.

¿Finalidad del juego?

Hay tres:

Con la
mitad + 1 de votos, a favor de revocar. Se le ordena al Presidente renunciar.

Con la
mitad + 1 de votos, en contra de revocar. El Presidente sigue, con el apoyo
popular.

Con más del
60% absteniéndose de participar. La ciudadanía rechaza el ejercicio.

¿Qué se necesita para jugar?

– Los
mismos materiales y reglas que en una elección constitucional, costo cercano a
los $5,000,000,000.00

– Un
árbitro imparcial que asegure que se apliquen las reglas, al cual obedezcan
todos las/los jugadores.

¿Quiénes pueden jugar?

Sólo la
ciudadanía. No partidos, no funcionarios, no empresas.

¿Cómo se juega?

1.   La ciudadanía que desea se revoque el mandado lo solicita
(3%).

2.   Hacienda da los recursos para que el INE disponga el
mecanismo idéntico al de una elección federal.

3.   El INE difunde el juego y promueve debates con ambas
posturas.

4.   La ciudadanía puede opinar lo que quiera (partidos,
funcionarios y empresas no).

5.   Se plantea la pregunta ¿A favor o en contra de revocar?

6.   Asisten a votar quienes así lo decidan.

7.   Se cuentan los votos a favor, en contra y nulos. Si
juntos son el 40% o más, es obligatorio lo que haya votado la mayoría.

¿Qué está prohibido o debe evitarse para que el juego sea
limpio?

– Recabar
firmas de quien no quiera solicitar la revocación.

– Inducir
a creer que el juego es para apoyar al Presidente.

– Hacer
promoción de obras y posturas del Presidente.

– Amenazar
o condicionar a nadie para que vaya o no a votar o vote en un sentido.

– Pagar publicidad
con recursos públicos o de fuentes no identificadas como ciudadanía.

– Usar el
ejercicio o los resultados para atacar a personas, instituciones o distraer de
temas que debe realizar el Presidente mientras esté en el cargo.

– No hay
retroactividad, por lo que no se puede jugar hasta la presidencia electa en
2024.

En el
barrio se le decía “vago” a quien de tanto jugar ya tenía las habilidades para
ganar una y otra vez; mientras que a quienes alteraban las reglas para ganar a
como diera lugar: Gandallas o abusivos. La nula experiencia en este
juego en nuestro México impide que haya de los primeros, pero empezamos ya a
ver con claridad a los segundos. Jugar con los primeros sirve para foguearse
bien, si tenemos el coraje de afrontar una derrota anunciada. Los segundos, por
mucho que tengan el balón, no merecen que seamos partícipes de su juego sucio,
y que sólo servirá para que después descalifiquen (más) a quien pierde y hasta
al árbitro, aunque ganen.

Es más
que clara la forma en que se han incumplido las reglas en esta primera ocasión
que se juega. A pesar de algunos discursos insistentes, creo que nadie duda de
que ganará la opción de “Que Siga”, la cual es en sí misma una trampa permitida
en esta jugada. Y en el improbable caso de que ganara “Que se le Revoque”, se
le ordenará al Presidente renunciar, pero: no tiene ninguna obligación de
hacerlo; el mecanismo para que lo haga deja ver que no ocurrirá: y aunque sí
pasara, quedaría en la presidencia alguien exactamente al modo de quien se va.

Y, para
completar, queda claro que pase lo que pase, va a haber agandalle, que en
sentido “estricto” significa: “sacar partido de todo, sin consideración ni
respeto por los demás”. Tirios y troyanos usaran lo que sea, contra quien sea,
sin importar lo que sea. Dirán que ganaron, que fue culpa de quien quieran, que
quedó demostrado lo que siempre dijeron y que respetan y aman al pueblo por
sobre todas las cosas.

Hace más
de 6 años que construyo para que haya muchos y buenos de estos juegos. Con la
pena, no seré parte de la farsa en que han convertido esta inauguración. Sin
perder la esperanza de que habrá oportunidad de muchos partidos más; atento a
cómo se desarrollen las jugadas para aplicarme en la ocasión siguiente. Una en
que sí se cumplan las reglas, no sepamos por anticipado quién va a ganar, gane
quien juegue correctamente y mejor; y sea divertido y constructivo para quienes
participen.

La
esperanza muere al último y ello explica que algunos millones de personas sí
vayan y marquen una opción; muchas creyendo que las cosas algún día serán como
esperan y otras creyendo que sirve decir que creen que eso no pasa y ya no
pasará.

No es
juego de azar, pero apuesto a que no sumarán entre ambas los 37 millones que se
requieren; a menos que quienes quieren mandar un tercer mensaje, se confundan y
depositen un voto que sólo servirá para llegar a esa cantidad, pero no para que
se sepa lo que piensan. Mejor esperar otra oportunidad de jugar, que ser objeto
de un juego que sólo sirve a “ya sabemos quién”. Para los demás no se cumplen
las reglas, no hay diversión y nada que ganar: así no, así no juego.

———————————-
*Jorge Valladares
Sánchez

Papá, Ciudadano,
Consultor.

Representante en
Yucatán de Nosotrxs.

Coordinador
Nacional de la Red Cívica Mx, A.C.

Doctor en Ciencias
Sociales.

Doctor en Derechos
Humanos.

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