La Revista

Atrapada en las redes virtuales

Georgina Rosado Rosado
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Georgina Rosado R.

Confieso que soy presa de las redes. Cada mañana,recién termino mi desayuno y mi primer café del día, leo ¡Por Esto! y una vez por semana la Revista Peninsular desde mi celular después de lo cual no puedo evitar entrar a mi muro del Facebook para enterarme de las imágenes, noticias y comentarios que suben conocidos y desconocidos en las redes. En ocasiones, caigo presa en alguno de esos enfrentamientos cotidianos entre dos bandos irreconciliables: los llamados chairos o peje zombis,contra los priianistas o conservadores. Cualquier noticia o tema nacional o estatal puede motivar un intercambio de insultos y descalificaciones entre los dos bandos, nutrido, intenso, y en la mayoría de los casos descabellado, en el que ocasionalmente intervengo dando mi propia opinión.

En algunas ocasiones, mis opiniones se inclinan por uno o por otro bando, dependiendo del tema, lo que me ha valido insultos y descalificaciones, pero también señales de apoyo, lo cual permite que mi ego y amor propio no resulten demasiado dañados. Por ejemplo, en cada ocasión que defiendo la postura de los defensores del medio ambiente que reclaman los daños del tren maya, sobre todo en los tramos cinco o seis, donde existen pruebas de la contaminación decenotes, desforestación de cientos de hectáreas y daño al habitad de los seres vivos que habitan en esa región debido a esa obra. No falta algún “genio” defensor a ultranza del régimen que además del consabido y desgastado “y dónde estabas tú cuando…”. ante la falta de argumentos inteligentes para comprobar que lo que afirmo es mentira, decide recordarme a mis ancestras de muy mala forma. Pero no tampoco faltan muestras de apoyo a la información o comentarios que suscribo, por parte del bando contrario.

En otra ocasión, no pude evitar la tentación de enfrentarme a una persona contraria al régimen. El muy insensato acusó a nuestro gobierno de comunista, lo comparó por supuesto con Cuba y Venezuela, después de lo cual afirmó una gran cantidad de sandeces sobre lo que es ser de izquierda o marxista. Amablemente le pregunté si había leído algún texto de Marx o de alguno de los teóricos del marxismo, recomendándole algunas lecturas con la esperanza de sacarlo de su error. Lo que me respondió me dejó atónica, dijo: que no es necesario leer al borracho de Marx para saber lo mal de la cabeza que estamos las personas llamadas de izquierda. Para mi alivio, no faltó quien le respondiera en los mismos términos poco amistosos, evitando que terminara mi café con muy mal sabor de boca. 

Pero, hasta hace unos días, no había tenido el valor de hacer algo fuera de lo común. Un meme en particular dio cabida a uno de esos enfrentamientos en las redes, en la que quedé irremediable atrapada. Decidí que, en la comodidad de mi hogar, sentada en mi silloncito colocado junto a mi ventilador, disfrutando un sabroso café, me enfrentaría a los dos bandos ya que después de todo, ese acto heroico no me podíacausar mayor daño, que no fuera el de sentirme ofendida por insultos y descalificaciones de ambos, sin esperar defensa alguna.  

El meme en cuestión, contenía la imagen del escultor francés Rodin, llamada “El pensador” junto al cual se encontraba un texto donde se afirmaba que el conocimiento en la actualidad es mal visto, que las personas llamadas intelectuales son vistas con desconfianza y la ignorancia es exaltada como virtud de un “pueblo bueno” y sobre todo agradecido. Ya se imaginarán el intercambio de improperios, acusaciones y descalificaciones que dicho meme propició entre defensores y críticos al actual régimen.  Era mi momento para expresar lo que realmente pienso, con la tranquilidad que me da una jubilación universitaria, mi escasa ambición y el carácter que con tanto ahínco quiso reformar mi madre (pero no pudo). Después de un sorbo de mi sabroso café escribí: “es verdad vivimos en una sociedad, donde el pensamiento crítico fue excluido, por los anteriores regímenes neoliberales (panistas y priistas), de los programas y planes de estudio para que las grandes mayorías se convirtieran en eficientes trabajadores, pero sin ninguna capacidad para comprender las problemáticas sociales”.  

Y en el momento, en que me imaginé que losdefensores del actual gobierno estaban dispuestos a laikiarme, escribí: “pero el gran beneficiario de esta estrategia implementada por los neoliberales de los sexenios anteriores, es sin duda, el actual gobierno, que sostiene sus numerosas mentiras gracias al fanatismo, falta de pensamiento crítico y de interés por documentarse por parte de sus numerosos seguidores”. 

Sí, ya sé, acabo de reprobar la materia de popularidad, de ganarme improperios de ambas partes y alejarme de cualquier cargo o candidatura sin importar quien gobierne. Tampoco seré aplaudida en las redes, donde queramos o no, se definen y expresan las posturas políticas, y se ganan o pierden adeptos. Pero les platico, se siente muy lindo y liberador decir lo que realmente pienso, por supuesto en la comodidad de mi hogar, junto a mi ventilador, meciéndome en mi cómodo silloncito, atrapada en las redes.

Georgina Rosado Rosado
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1 COMENTARIO

  1. ¡Uff! Redes sociales, temazo de nuestro tiempo. En lo personal he tenido grandes “encontronazos” con mis mejores amigos, familia y allegados tan solo comentándolo, y eso sin agregar los traicioneros tópicos socio-políticos que por sí solos no alcanzamos nunca a expresar todo lo que quisieramos, incluso en espacios dedicados entéramente a ello. Las redes son para muchos muchas cosas dependiendo de los intereses, formación, experiencias y una diversidad de factores. Para mi es más parecido a un campo abierto en el que todas las voces gritan pero pocas se escuchan por el excesivo ruido informático. Para otr@s (como mi maestra) es una plataforma segura para hacerse escuchar desde la comodidad de sus aposentos. Leer un intercambio de opiniones encontradas le resulta entretenido, satisfactorio, o es tal vez es un especie de “termómetro” político y social, una suerte de gran indicador de lo que la gente dice y/o piensa (o no piensa) al respecto. Como sea, si nadar en ese mar de información llamado _redes sociales digitales_ contribuye a que su café sea más dulce o más amargo por las mañanas (o tan solo más interesante), entonces creo que le da el mejor uso posible Maestra.

    Un gran abrazo!

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