La tensión en Medio Oriente continúa escalando debido a los enfrentamientos entre Israel y el grupo militante Hezbollah, con epicentro en el sur de Líbano. Desde el lunes 23 de septiembre, los ataques israelíes han provocado la muerte de más de 560 personas, incluidas 35 niños, en uno de los episodios más letales desde la guerra de 2006. Israel sostiene que sus operaciones están dirigidas a neutralizar arsenales de misiles y depósitos de armas de Hezbollah, mientras este grupo militante promete seguir con sus ataques en apoyo a Hamas, su aliado palestino.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, advirtió a la población libanesa que abandone las zonas controladas por Hezbollah, lo que ha provocado que miles de personas huyan hacia Beirut y Sidón. Naciones Unidas estima que decenas de miles de personas han sido desplazadas, exacerbando una crisis humanitaria en la región. En ciudades como Beirut, familias enteras están refugiadas en parques, escuelas y vehículos, mientras intentan escapar de los bombardeos.
La ONU ha expresado su preocupación ante una posible “guerra total” en la región, alertando sobre los peligros de una nueva crisis de desplazados. Al respecto, Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, destacó que esta situación agrava el sufrimiento de las personas que ya habían huido previamente de conflictos como la guerra en Siria.
