Estados Unidos llevó a cabo una serie de ataques aéreos en Yemen dirigidos contra instalaciones de los rebeldes hutíes, quienes cuentan con el respaldo de Irán. Estos ataques, realizados con bombarderos B-2, se enfocaron en búnkeres subterráneos donde los hutíes almacenaban armas utilizadas en ataques contra buques civiles y militares en la región del Mar Rojo y el Golfo de Adén. Según el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, los bombardeos se ejecutaron por orden del presidente Joe Biden para “degradar la capacidad de los hutíes” y proteger las vías marítimas cruciales para el comercio internacional.
Estos ataques forman parte de una respuesta a la creciente agresión de los hutíes, quienes han atacado buques vinculados con Israel y otros países occidentales, en el contexto de la ofensiva militar en Gaza. A pesar de los bombardeos, los hutíes han reiterado su apoyo a Gaza y Líbano, condenando las acciones de Estados Unidos y prometiendo que no detendrán sus operaciones.