Reflexiones en voz alta, por: Carlos Capetillo Campos
Doña Alicia Campos, mi negra santa, me decía: “no hay refrán perdido” y no solo me decía alguno sino lo relacionaba con el tema que quería resaltar. Así conocí muchos refranes populares mexicanos, que sin duda retrataban fielmente situaciones de la vida.
Y el que dice: “Cada quien habla de la feria según le va en ella”, cada día es más recordada sobre todo en el campo de la política y gobierno.
Es común escuchar expresiones sobre todo en los jóvenes de hoy que se incorporan al gobierno y a la política, como si el mundo se creara con ellos.
Hay muchas anécdotas y cuentos sobre esto, hoy solo les recordaré uno: dicen que en el auditorio de una prestigiada universidad, que estaba lleno de jóvenes a excepción de una persona mayor; uno de los jóvenes, que se sentía hijo de papi, junior y fifí según la época, que nunca falta en todo conglomerado de jóvenes, hacía uso de la palabra, dirigiéndose al señor mayor de edad en tono burlón ante el regocijo de los demás: nosotros tenemos teléfonos celulares inteligentes, con el que tomamos fotografías y vemos películas, viajamos a la luna, tenemos aviones que viajan a la velocidad de la luz, televisión en tercera dimensión, enseres electrodomésticos, en fin, toda clase de equipos para hacernos la vida más divertida y fácil.
A ver dígame usted anciano, que tenían ustedes, en que se divertían.
Obviamente el auditorio estaba encantado con la participación de su líder.
La persona mayor se levantó y mirándolo le dijo: tienes razón. Nosotros no teníamos nada de lo que usted dice, por eso LAS INVENTAMOS.
Ahora dime tú pendejo, ¿que han creado ustedes para las próximas generaciones?
Los jóvenes asistentes primero callaron y luego estallaron en una ovación para el señor que se sentó muy ceremoniosamente.
Y esto es un hecho. El mundo es una cadena de hechos buenos y malos a través del tiempo, que forman el mundo actual.
Y si, cada quien habla de feria según le va en ella y reconocer los hechos aun cuando no te hayan beneficiado, es muy bueno.
Yo estoy convencido que el mejor gobernador que ha tenido Yucatán ha sido Carlos Loret de Mola, que gobernó el estado de febrero de 1970 al 31 de enero de 1976. Fue un gobernador que generó polémica con muchos de sus actos, porque no se dedicó a administrar los problemas, sino que trató de resolverlos y no de acuerdo a los intereses de los grupos sino en función del interés del Estado.
Obras que demuestran su visión del futuro y que en su momento fueron criticados, como el Periférico que en ese tiempo fue poco usado y hoy es la vialidad más utilizada; la Ciudad Industrial; luz y sonido de Uxmal; el que el alumbrado público fuera cubierto su consumo con una aportación de los consumidores, para que los Ayuntamientos tuvieran recursos para dedicarlos a obras; desalojar la Plaza Grande de Mérida de los transportes públicos, de la prostitución y otros vicios; comunicó por carretera a todas las cabeceras municipales y muchas cosas más, que en algunos casos irritaron a los tradicionales grupos porque no respondían a sus intereses.
Trató de guardar los equilibrios dándoles oportunidades a personas de los diferentes grupos y creo la Dirección de Comercio, antecedente de la hoy Secretaria de Desarrollo Económico, que se ha convertido en una dependencia muy útil en los programas de atraer inversiones y empleos; tenía muy claro que el turismo era uno de los pilares económicos para el Estado. No se le conoció un solo escandalo personal y el lamentable hecho del asesinato de un líder obrero estudiantil, que fue explotado intensamente por sus enemigos políticos, gobernantes vecinos aliados con políticos locales, práctica hoy muy usual.
Vivió modestamente y al terminar su gobierno regreso a su oficio de periodista y escritor.
El me dio la oportunidad de incorporarme al gobierno del Estado, primero como Director General de Administración, equivalente a la Oficialía Mayor de Gobierno, después como Diputado y coordinador de los Diputados y como Director General de Seguridad Pública, hoy Secretaría de Seguridad Pública. Cuando empezó el gobierno no podía presumir de ser su amigo, pero al terminar su gobierno y hasta su muerte, puedo presumir de haber sido su amigo más cercano.
Y todo esto va, para que los gobernantes de hoy, jóvenes de edad, no siempre crean en la honestidad de los elogios que reciben de sus colaboradores. Algunos serán muy merecidos. Otros más falsos que el que los expresa y tratan de que con esos elogios justificar su posición, ya que no dan resultados positivos en su responsabilidad.
Como ven, cada quien habla de la feria según le va en ella.