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Calentamiento global es un problema ambiental, pero también económico

Eduardo Ruíz-Healy
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Por: Eduardo Ruíz-Healy

 

Roma, Italia. – “Encrucijada Climática: Políticas Fiscales
en un Mundo que se Calienta” es el informe que ayer presentó el Fondo Monetario
Internacional (FMI), en donde evalúa las políticas de mitigación en diferentes
países y presenta el “trilema” que enfrentan los formuladores de políticas:
equilibrar la consecución de objetivos climáticos, la sostenibilidad de la
deuda y la viabilidad política. Según el informe, la única manera de lograr
estos objetivos conjuntos es a través de una combinación cuidadosamente calibrada
de políticas basadas en ingresos y gastos climáticos, la sostenibilidad de la
deuda y la viabilidad política.

 

El informe anota que el sector empresarial enfrenta una
realidad contundente: 2023 será el año más cálido jamás registrado. Esto no es
solo una preocupación ambiental; es una económica. El impulso global hacia la
sostenibilidad está reconfigurando las industrias, presentando tanto desafíos
como oportunidades para los empresarios.

 

Añaden los expertos del FMI que la economía global está en una
encrucijada. Por un lado, está la creciente presión de una alta deuda, tasas de
interés en aumento e incertidumbre en el crecimiento. Por otro, hay un impulso
innegable hacia prácticas sostenibles. Para las empresas, esto significa
navegar un equilibrio delicado. Invertir en iniciativas verdes, aunque loable,
puede tensionar presupuestos ya ajustados. Pero, dado que la demanda del
consumidor por productos y prácticas sostenibles crece, no invertir podría
resultar más costoso a largo plazo.

 

Una solución que está ganando adeptos es la fijación de
precios al carbono. El concepto es simple: si contaminas, pagas. Para las
empresas, esto significa un costo adicional, especialmente para industrias con
huellas de carbono significativas, pero también es una oportunidad. Las
primeras en innovar y adoptar tecnologías verdes no solo podrían compensar
estos costos, sino también obtener una ventaja competitiva.

 

Para las economías emergentes, las apuestas son aún más
altas. Muchas son ricas en recursos naturales, incluidos los combustibles
fósiles. A medida que la economía global se inclina hacia las energías
renovables, enfrentan posibles pérdidas de ingresos. Sin embargo, tienen la
oportunidad de superar tecnologías más antiguas y contaminantes, posicionándose
como líderes en la economía verde. Para las empresas, esto significa mercados
sin explotar y oportunidades para inversiones sostenibles.

 

¿Cómo pueden las empresas navegar este panorama complejo? Un
enfoque multifacético es clave. La fijación de precios al carbono, aunque
importante, es solo una herramienta en el arsenal. Las empresas también deben
explorar subsidios verdes, alianzas y modelos de negocio innovadores.

 

Las empresas tienen un papel crucial en impulsar la
innovación tecnológica. Con los incentivos adecuados, pueden liderar el
desarrollo y adopción de tecnologías bajas en carbono.

 

El informe del FMI concluye que el cambio climático no es
solo un problema ambiental; es un problema empresarial. Las empresas que lo
reconozcan y se adapten no solo sobrevivirán, sino que prosperarán. Aquellas
que no lo hagan corren el riesgo de quedarse atrás. En esta nueva era
empresarial, la sostenibilidad no es solo una palabra de moda; es una
necesidad.

 

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