Por Marco Antonio Cortez Navarrete
Es innegable la enorme ola de familias —más bien tsunami— proveniente de otros estados del país que han trasladado sus vidas a Yucatán con el anhelo y búsqueda de seguridad y paz social.
Este fenómeno debemos enfatizar es inevitable ya que quienes optan por esta decisión, nada fácil al dejar una vida atrás—, tienen todo el derecho al ser ciudadanos mexicanos; parte de un país conformado por una federación de estados y una capital como centro del poder.
Cierto es que el fenómeno migratorio aumentó mucho más con la llegada de Donald J. Trump a la Presidencia de Estados Unidos ya que no todas y todos los estadounidenses están de acuerdo con el sistema político, económico y social del flemático neoyorkino feroz nacionalista.
Todo lo anterior provoca que la ciudad de Mérida tenga una enorme explosión en lo económico, demográfico, inmobiliario, sanitario, plazas laborales, transporte público y transporte privado además con increíble aumento del parque vehicular que transformó aquella tradicional imagen de la Mérida con sus calesas, vendedores de agua de lluvia y leña y también de carbón, además de lo pacífico, amable y belleza arquitectónica y cultural.
Todo esto no ha superado a las autoridades, especialmente a los funcionarios y al cuerpo de elementos de la SSP,
de manera especial a su titular quienes además de atender los problemas propios de casa tienen ahora que atender también los causados por los “nuevos yucatecos”, nacionales y/o extranjeros.
La SSP está cumpliendo con su labor y con sus responsabilidades, no tengo duda. Donde creo hay conflictos y golpes bajos es en los círculos políticos más cercanos al gobernador del estado quien en poco tiempo ya dejó en claro— al menos eso creo—, que no es lo mismo gobernar el puerto de San Felipe que todo el estado de Yucatán.
Y a esto hay que sumarle que el jefe del ejecutivo estatal no es “monedita de oro”, mucha gente lo quiere, lo respeta y lo aprecia pero también muchos (tal vez más) ya tienen serias dudas de su preparación y de su eficacia y expertis al frente del ejecutivo.
De este supuesto talón de Aquiles —debo precisar— muchos medios de comunicación ya se percataron, ya se dieron cuenta que sin sus cantos, bailes y guitarra, Huacho no es el mismo. Recordemos tan solo un breve “clinch” con dos populares cómicos regionales que en tan solo unas horas hicieron que el gober les pidiera perdón públicamente.
Con aquello del boom de las plataformas digitales donde cualquier hijo de vecino —dizque porque estudió “comunicación” ya se siente la “mamá de Tarzan” y en su mayoría no saben ni siquiera expresarse de manera correcta ante un micrófono argumentando que el lenguaje evoluciona cuando en realidad lo único que demuestran es su ignorancia, falta de conocimiento, falta de experiencia, y peor aún,
una falta de respeto para quienes los ven, los escuchan y los leen.
¿Pero que buscan estos medios?. Yo les respondo: que sus irreverencias sean escuchadas y atendidas con contratos de “publicidad oficial”, solo así, estoy seguro, de la noche a la mañana, cambiarán de manera radical y ahora colmarán de elogios a los gobernantes tal y como lo hacen otros medios muchos de ellos creados por “veteranos de guerra” y hasta los grandes medios (prensa, televisión y radio) que históricamente han vivido del recurso público, tema donde AMLO, debemos recordar, se las sabia de todas, todas.
Así que, estimados lectores, yo les sugiero no irse con la finta, con aquella primera fuente con que se topen en las mentadas redes.
Consulten, investiguen otras, las más que puedan y también escuchen a las fuentes oficiales les parezcan o no porque son el referente para saber lo que sucede con precisión y no con suposiciones o peor aún amarillismo o mentiras que solo causan pánico y miedo.
Hasta la próxima y recuerde que mañana domingo es Día del Puchero de tres carnes.