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Captura de Ovidio no afectará a la delincuencia organizada

Eduardo Ruíz-Healy
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Por: Eduardo J. Ruíz-Healy.

¡Como en Ucrania!

Así titulé un tuit que difundí ayer y que iba acompañado de un video grabado por un pasajero a bordo del vuelo 165 de Aeroméxico que a las 11:27 horas debía despegar del aeropuerto de Culiacán al de la Ciudad de México. El Embraer 190 nunca despegó porque probables miembros del Cártel del Pacífico que comandan los hijos de Joaquín “el Chapo” Guzmán entraron al aeropuerto y dispararon contra el avión.

En el video se ve a personas acostadas sobre el suelo, lejos de las ventanas para evitar ser alcanzados por alguna bala; se escuchan los gritos de terror de adultos y niños que nunca imaginaron que vivirían una experiencia tan aterradora.

Los delincuentes no solo agredieron al Embraer, también dispararon contra un Boeing 727 de la Fuerza Aérea Mexicana cuando recién había aterrizado en Culiacán y que llevaba a un contingente de soldados.

En diversas partes de la capital sinaloense los delincuentes echaron balazos, bloquearon calles e incendiaron vehículos.

Por eso las autoridades suspendieron clases y pidieron a la gente no salir de sus casas. Diversas líneas de autobuses y aéreas como Aeroméxico, Viva Aerobús y Volaris cancelaron su servicio desde o hacia Culiacán.

Lo que se vivió ayer en Culiacán y en otras zonas de Sinaloa fue la reacción de los miembros de Los Chapitos o Los Menores, una facción del Cártel del Pacífico o de Sinaloa, tras enterarse de que horas antes, en la madrugada, fue capturado por fuerzas gubernamentales Ovidio “el Ratón” Guzmán López, hijo del Chapo, quien junto con sus hermanos Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar hasta ayer era uno de los líderes del cártel.

La captura del delincuente de 32 años se dio casi 39 meses después de que fuera arrestado, también en Culiacán, el 17 de octubre de 2019, y liberado horas después por órdenes del presidente Andrés Manuel López Obrador para así prevenir que los delincuentes del cártel que se habían apoderado de las calles de la ciudad y de la zona residencial de los militares mataran a civiles y a las esposas e hijos de los soldados, como amenazaron hacerlo si no era liberado Ovidio.

El hijo del Chapo fue llevado ayer mismo a la Ciudad de México y presentado a la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada de la FGR para quedar a disposición del Ministerio Público Federal. Es probable que sea extraditado a Estados Unidos.

El secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval informó que la captura fue el resultado de seis meses de investigaciones realizadas por la SEDENA, GN, CNI y autoridades sinaloenses. También dijo que la aprehensión de Ovidio es “un golpe contundente al Cártel del Pacífico”.

Pero ¿qué tan contundente? Recuerdo que lo mismo han asegurado las autoridades federales cada vez que han capturado o matado a un importante narcotraficante, sea del cártel que sea, sin que a final de cuentas se debilite la delincuencia organizada. Más bien lo contrario ha ocurrido: la captura o muerte de un líder criminal generalmente ha provocado que haya más violencia y muertos mientras otros criminales disputan el liderazgo vacante.

¡Qué bueno que capturaron a Ovidio! ¡Felicidades a quienes lo agarraron! Lástima que su aprehensión no hará mella en la delincuencia organizada que tanto daña al país.

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