Ciudad de México a 8 de noviembre de 2022.- El 4 de mayo de este año el Gobierno Federal convocó al canal moderno de comercio y a algunos de los principales proveedores a suscribir un plan contra la carestía que viniera a controlar los precios de 24 productos de la canasta básica a fin de contrarrestar el flagelo de la inflación, impuesto post-Covid igual de doloroso que la enfermedad del virus, ya que provoca inseguridad alimentaria y baja la calidad de vida de la población, golpeando con mayor fuerza a los segmentos más pobres, pues destina hasta el 90% de sus ingresos a la compra de alimentos.
Al corte, la inflación general anualizada es de 8.5% y la inflación alimentaria es de más de 2 dígitos, alcanzando a ser del 16% en los alimentos agropecuarios esenciales.
“Las últimas coyunturas de consumo de este año: Día de muertos, Grito de la Independencia y el regreso a clases han demostrado que el consumo ha sido acotado y las ventas se han ubicado por debajo de lo esperado” Declaró Cuauhtémoc Rivera, Presidente de la ANPEC
Este es el contexto de la economía popular, el estado del arte de la microeconomía que al cierre del año sigue siendo un balance de bajo consumo y relativa reactivación económica, producto del estancamiento y una inflación elevada.
Con este entorno nos aprestamos a vivir la campaña consumista del “Buen Fin”, inaugurada en el Gobierno de Felipe Calderón. Esta iniciativa surgió buscando establecer el “Black Friday” mexicano, con precios de oportunidad no vistos, compras a meses sin intereses, en fin, ofrecer el “Agosto de los Consumidores”.
“La encrucijada popular de consumo se debate entre el consumo esencial y el consumo suntuario en este cierre de año; lo razonable obvio es que se debe priorizar la alimentación por sobre cualquier otro giro” Subrayó Rivera
De acuerdo con un análisis de la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO), los consumidores han destacado su interés de pago mediante Tarjeta de Crédito para esta temporada del Buen Fin, siendo los meses sin intereses el beneficio más esperado por 6 de cada 10 compradores. Los productos Electrónicos, Electrodomésticos y Moda son los que tienen más intención de compra.
Por ello, el alto riesgo de que estas ofertas, que de inicio puedan parecer beneficiosas, se vuelvan, en un abrir y cerrar de ojos, en contra de los consumidores, quienes sin la información suficiente tienden a endeudarse más allá de su capacidad de pago para terminar pagando intereses y recargos al grado de perder el control de sus finanzas.
De igual forma, podemos afirmar que esta iniciativa ha venido de más a menos, ya que ha tenido muchos tropiezos como son: se venden mercancías de vieja tecnología a un precio de última generación, las compras a plazos le suman el interés en el precio, no se honran las garantías en muchas ocasiones, se realizan ventas y sobreventas que no se concretan y, para colmo de males, han ido desertando de este evento importantes jugadores, quedando un número reducido en esta campaña.
También ha surgido una competencia al Buen Fin que ha venido a saturar el mercado en el momento: la campaña de Hot Sale. Entonces, agreguemos a todo este cuadro desolador del Buen Fin que en los últimos años no todas las empresas han anticipado el pago de los aguinaldos en noviembre, ya que a duras penas lo logran entregar en diciembre. Por lo tanto, si hacemos un recuento de daños, nos daremos cuenta de que no son los mejores días del Buen Fin. Tal vez lo que ya se está honrando es el nombre de la campaña, un buen fin al Buen Fin.
Los consumidores, contrariados por la mercadotecnia de la que paradójicamente participa el Gobierno Federal, por un lado registran la señal del PACIC, que es un llamado a fortalecer el consumo esencial buscando con esfuerzos, no menores, garantizar precios asequibles a 24 productos de la canasta básica para fortalecer la alimentación de la población y, por el otro lado, se estimula el consumo suntuario so pretexto de visibilizar en la conciencia colectiva una reactivación económica aunque sea artificial y sobre la base de un endeudamiento familiar que desestabiliza y su manejo cause enormes dolores de cabeza.
La gente termina por no entender: o nos focalizamos en comprar tortilla, frijol, huevo y demás alimentos esenciales y ordenamos nuestro gasto en esa dirección o nos vamos a comprar a crédito una pantalla a las tiendas departamentales. ¿Qué es lo conducente de todo esto?
Aquí es donde la sabiduría popular termina por imponerse, el sentido común, y ahora lo que vivimos al cierre del 2022, para todo fin práctico: son tiempos de austeridad orientado a lo esencial y posponiendo lo suntuario para mejores días. Por eso este Buen Fin tendrá más grises que claros en sus alcances comerciales.