La Revista

Carta a Daniel

Bernardo Graue Toussaint
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Por: Bernardo Graue Toussaint.

Correo: graue.cap@gmail.com
@bernardo_grauet

Daniel:

No tuve el gusto de conocerte en vida, sino que,
desgraciadamente, hoy sé de ti por la noticia de tu lamentable muerte a los 31
años de edad.

Tú estabas de paseo en Huauchinango, Puebla, para
visitar la casa de tu abuelo en esa localidad. Lo hiciste en tu tiempo libre
como asesor en la Cámara de Diputados. Vamos, estabas simplemente haciendo
turismo de fin de semana. Ya está.

Las primeras indagatorias señalan que, días antes de
tu muerte, corrieron “rumores” por Whatsapp sobre supuestos riesgos
de robo de menores en la zona. El día de tu visita al pueblo, un grupo de
personas te detuvo y te llevaron al centro de la población. Esa turba fue
creciendo en número y en ira descontrolada; fuiste agredido hasta dejarte
malherido y, finalmente, te rociaron de gasolina y te prendieron fuego.

Nadie hizo nada para impedir tu asesinato; “unos
arengaron, otros te agredieron (verbal y físicamente) y muchos otros
prefirieron callar y mirar hacia otro lado. Las autoridades brillaron por su
ausencia y eficacia. TODOS FUERON CÓMPLICES (ACTIVOS Y PASIVOS) DE TU ASESINATO”.

Igualmente quiero subrayar que tu ejecución se produjo
gracias a ese maldito “tribunal colectivo” en que se convierten las
redes sociales cuando se invoca a la “justicia por propia mano”, (sin
pruebas y sin derecho a una defensa), sino simplemente donde reina el deseo de
una iracunda venganza grupal.

Tu muerte, Daniel, me pesa, me duele.

Yo vivo en Madrid, a miles de kilómetros de mi país y
me duelen estas noticias que retratan a México en una de sus peores facetas. La
“justicia por propia mano” siempre ha mostrado ese lado salvaje,
irracional, violento e injusto del ser humano.

No sé cómo se sientan los pobladores de Huauchinango.
No sé Daniel si esas personas pueden dormir con la conciencia tranquila por tu
asesinato (sí, asesinato en el que participaron activa o pasivamente) o si
tengan ya el alma tan descompuesta que ni cuenta se dan de la barbaridad
cometida. No lo sé…

Daniel: yo te quiero pedir perdón en nombre de
millones de personas que poco o nada hemos hecho frente a la brutalidad
violenta que reina en buena parte de nuestro país. Perdónanos, Daniel, por no
haber podido impedir tu muerte. Desde aquí abrazo tu alma, con el firme deseo
de que descanses en paz.

Bernardo Graue Toussaint
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