Sic Sac, por: M.A. Elda Clemente Reyes.
Es fin de semana tres días después de la quincena y la Plaza
Galerías luce con inusual movimiento de clientes que entran y salen con sus
compras mientras los establecimientos sobre la calle 59 y sobre el Malecón, se
ven abarrotados en su mayoría por jóvenes y algunos que otros foráneos.
La guerra contra
el Covid-19 no ha terminado. Durante el mes de agosto se contabilizaron
2,854,992 casos activos según la Secretaría de Salud. En lo que va del mes de
septiembre, se han aplicado 95 millones 638,622 dosis que han servido para
inmunizar a 62 millones 254,786 personas, de las cuales solo 41 millones
918,336 tienen el esquema completo. Para alcanzar la inmunidad de rebaño es
necesario vacunar al 75 por ciento de la población y 32 por ciento, apenas
tiene el esquema completo.
Como
consecuencia de la enfermedad, el crecimiento económico sufre un revés. En un
intento por contener la tercera ola de contagios 24 estados se ubican en color amarillo (riesgo
medio), 4 en naranja (riesgo alto) y 4 en verde (riesgo bajo), reduciendo la
proyección económica hasta 50 puntos, debido a las medidas de restricción.
La política
económica resulta afectada en los servicios y empleo. Al no poder operar los
establecimientos a más del 75 por ciento de su capacidad, no generan
suficientes utilidades y maniobran solo para cubrir sus gastos de inversión. Las
empresas no podrán crear nuevas plazas y tendrán que recurrir a la disminución
de sus plantillas laborales.
La nueva ola
preocupa y ocupa a las autoridades federales y estatales al grado de anteponer
la desaceleración económica como una forma de reducir las infecciones y mantener
una proyección de 120 millones de vacunas a fines de octubre, alcanzando 150
millones de dosis a fin de año.
Esta
encrucijada de crecer económicamente o privilegiar la salud del pueblo, se debate todos los días entre los funcionarios y la
respuesta es la misma “no puede haber crecimiento a cambio de más muertes”.
Pero, la
chaviza solo quiere platicar, divertirse en algún bar o discoteca y ponerse al
día con sus amigazos, olvidando que la pandemia todavía no termina y un virus
podría estar habitando en el cuerpo de algún huésped, compañero o camarada sin
saberlo o simplemente ignorándolo, haciendo como que no pasa nada hasta que los
síntomas aparecen con más claridad.
La campaña “Quédate
en casa” ya no resuena como antes quizá por el dilema de los recursos que se
agotan en los hogares quedando los bolsillos vacíos. Mantener su salud fuera de
algún riesgo, cumplir los protocolos sanitarios y el uso del cubrebocas dependerá
de cada persona y que la economía recupere paulatinamente su ascenso.
Dios nos
bendiga, siga sanándonos y protegiéndonos.