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José Francisco Lopez Vargas
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Francisco López Vargas

Vaya que el conflicto al interior del PAN está escalando. El joven maravilla, como lo bautizaron, se ha transformado en un dinosaurio similar a Roberto Madrazo para robarse, desde el partido, la nominación a la candidatura presidencial, como lo hizo en su oportunidad el tabasqueño. Ricardo Anaya Cortez logra que haya unidad en su partido, pero todos en su contra y en lugar de ganarse un voto de confianza rectificando, el panista mantiene su postura y genera una división cada vez más onda cuando se cuece una elección que podría ser la del regreso del panismo a Los Pinos.

La sociedad, harta de los abusos partidistas, seguro le cobrará al panismo, como lo ha hecho antes, esta exhibición de prepotencia, arrogancia y vasallaje que se organiza desde la dirigencia de un partido que, sumémosle, también lidia con el torpe manejo que han hecho del escándalo del ex gobernador Padrés, de Sonora.

Lo que pasa en el PAN debería poner a remojar las barbas de los panistas yucatecos. Gente que no acredita legitimidad en su actuar, podría no ser impulsada por una ola que, reconozcámoslo, podría no darse si los desatinos del albiazul no se corrigen. En el Yucatán de hoy la caballada está flaca. No se ve un personaje que tenga el prestigio ni los resultados sólidos como para atraer a los ciudadanos, como para remontar esa distancia que hay entre los ciudadanos de la capital y los de las zonas rurales.

En el PAN se ve a un alcalde que nada de muertito. Su labor para la ciudad es muy mediocre, no tiene contundencia y se limita hasta hoy a administrar una urbe que ya opera casi por inercia.

Hay que decirlo ni Vila ni Renán Barrera parecieran significar una presencia política sólida para ser quienes representen al PAN para el gobierno local en 2018. La confrontación yucateca tampoco permite ver que haya una opción real para ganar la gubernatura. Beatriz Zavala ya fue derrotada como candidata a alcaldesa y los demás panistas no pintan ni dan color.

Además, la ciudad no es mejor ahora que cuando gobernó Angélica Araujo y aunque quizá haya más orden administrativo, la realidad es que la ciudad empieza a ser caótica en varias zonas por el crecimiento anárquico de plazas comerciales, la ausencia de calles de deshago real para las grandes avenidas y no hablemos de lo que sucede después de la calle 65 hacia el Sur.

La posibilidad de que el PAN pudiese recuperar la presidencia no es lejana, pero pasa por una profunda demostración y acreditación de decencia, de orden y liderazgo que permita a los ciudadanos ver que no son sólo un aliado del PRI, como sucedió en el Pacto por México. Que la gente no entienda que dejar de procurador al senador amigo de Peña Nieto, abogado del PRI y de su campaña, sin obtener algo sólido, algo que pueda venderse como una urgencia democrática y administrativa que pueda justificar que Peña deje a quien le cuide las espaldas en la PGR y en la Secretaría de la Función Pública, a la que se encargará de limpiar los grandes negocios y los desvíos de los que se acusa a la actual administración.

La transición política mexicana no dio resultados, como no lo dio la transición política yucateca.

La derrota del PAN en la gubernatura es una responsabilidad compartida: Patricio Patrón impuso a Xavier Abreu Sierra apoyado por un presidente Calderón que actuó como priista que lo vio como su incondicional. Xavier es responsable de haber perdido su elección porque años antes de que se diera ya se sentía y decía candidato, flotaba y no caminaba y no dejaba que nadie se le acercara y en su campaña no sólo actuaron como si fuera un trámite sino que marginaron a todos los que ellos decían no necesitaban.
Vila, hoy, nos muestra una cara en público que es muy distinta a la que enseña cuando se trata de negociar, de ser autoridad, cuando se transforma en un ser que lo mismo ofende, amenaza o insulta.

Renán no sólo hizo el ridículo con el tema de las luminarias sino que perdió el pleito. Gobierno del Estado y Ayuntamiento, confabulados contra los ciudadanos, no hacen público un veredicto que acredita la derrota municipal en un tema que, desde el principio, se manejó con el hígado y no con la inteligencia de un político maduro.

Renán lo mismo tendría que explicar cómo construyó una avenida que no lleva a ningún lugar para beneficiar a los desarrolladores de Cabo Norte, utilizando fondos públicos para el combate a la pobreza. La avenida no benefició a nadie y hasta hoy no terminan de enlazar su último tramo con el periférico.

Las cosas no están tan bien como se piensa y los panistas si creen que ya tienen el triunfo en las manos, de nuevo se volverán a equivocar, como se equivocó Patricio, Xavier y el propio Calderón. Al tiempo.

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