Francisco López Vargas
Nunca me ha gustado la gente que se desespera por ser protagonista. En el ambiente en el que me desenvuelvo pudiera ser contradictorio, pero uno ve cuando las cosas se fuerzan, se exageran y hasta cuando son falsas.
También soy de quienes creen que cuando la gente sale a presumir sus virtudes es precisamente porque no las tienen. Eso es chocante en cualquiera y más en personajes como Andrés Manuel López Obrador y lo mismo me pasa con Ivonne Ortega Pacheco: no le creo y no es que le crea a panistas, priistas o perredistas sino que la gran mayoría hablan de ellos mismos como prohombres cuando su actuación los desnuda y ahí es donde viene el desencanto.
La posición de la señora Ortega de renunciar a su curul para emprender una campaña en busca de la candidatura presidencial del PRI merece respeto, el tema que ha elegido para ello es excelente, la manera como lo ha expuesto no está mal y eso pareciera augurarle un buen resultado en simpatías pero en una población que no la conoce, que no sabe cómo gobernó Yucatán ni cómo sucedieron las cosas aquí durante su gestión.
Debo reconocer que la ex gobernadora es una mujer que siempre ha acreditado que logra lo que se propone y es quizá porque no repara en los medios para lograrlo lo que no termina de parecerme: el fin justifica los medios.
De la gestión de Ivonne Ortega debo de empezar por lo que me parece ha sido lo mejor y más contundente: el parque científico y tecnológico que no sólo es una realidad sino que es un modelo que lo mismo envidiaría un inglés, un alemán o un estadounidense. Es una maravilla que sigue su ritmo de crecimiento y expansión de una manera por demás asombrosa y sólida. En una primera instancia, debo admitirlo, me dejé llevar por lo que se dijo del lugar: era un elefante blanco, pero la realidad es visitable y constatable.
Lo que sigue es un rosario de supuestos fraudes: desde el hospital de Tekax hasta el mini museo de la cultura maya para el que se despojó de su acervo a otras muestras; luego el tema de los terrenos de Ucú, de Dzemul, de Valladolid y el gran negocio de Chichén Itzá al indemnizar a quien ya había sido expropiado años antes. Y el famoso tren transpeninsular que quedó en anécdota.
Sin embargo, las quejas y los protestas contra la ex gobernadora de Yucatán no procedieron. Nadie actuó en su contra a pesar de las denuncias, de las quejas, de las presuntas evidencias. Ni Felipe Calderón, según reveló Patricio Patrón, quien fuera Procurador del Medioambiente en ese gobierno, y cuya gestión merece –por sus fraudes- un análisis aparte y detallado.
Muchos esperaban un proceso penal contra la priista que no sólo fue premiada como Secretaria General del PRI sino que dejó el cargo para ser diputada federal y ahora aspirante a candidata con la venia presidencial. La complicidad parece implícita y sería el signo de esa generación de gobernadores: la titular del Ejecutivo yucateco también aportó miles de millones a la campaña presidencial y quizá más que Duarte o Borge para sostener su relación tan sólida.
En Yucatán no creo que la aspirante a candidata vaya a lograr mucho más de lo que logró en las ciudades pero, sin embargo, considero que en las comunidades rurales y en esos sitios del país donde no saben de ella, Ivonne va a tener éxito.
Hasta ahora, de acuerdo con Mityofsky, el aspirante más conocido, como ha ocurrido desde hace años es Andrés Manuel López Obrador con un alto 94%, seguido del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong (78%), la ex primera dama Margarita Zavala (73%) y el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera (63%).
Con esa información, Ivonne Ortega sale a darle la pelea a quien se ve como única mujer y la mejor posicionada de los tres que ocupan el primer lugar por una razón simple: no tiene ni el apoyo del PAN, no tiene un partido que haga lo que ella ordena ni un cargo desde el que maneje presupuesto y la mantenga en exposición mediática. Sus números son de ella, de nadie más.
El primer golpe de Ivonne es directo: sale de la comodidad de su curul, renunció a su bono –no los necesita, créalo-, y “contrapuntea” al propio presidente al mismo tiempo que recibe horario estelar para hacer pública su aspiración. Quien crea que la ex yucateca va sin línea, de nuevo se equivoca.
La apuesta del PRI se ve clara: arrebatarle lo adelantado al Peje, su presencia única a Zavala y tratar de vender una línea fresca de un PRI de jóvenes, pero con la desgracia de que Ivonne pertenece a esos gobernadores que hoy andan prófugos. Su punto de diferencia es que si logró imponer a su sucesor, ganó su elección y le aportó suficiente efectivo a la presidencial.
La idea parece clara: sacar a una candidata del sistema que vaya contra él y que se venda como una persona humilde, honrada y, sobre todo, justiciera ante los atropellos de un gobierno que lesiona a sus gobernados.
La mayor ventaja de Ivonne Ortega es que fuera de Yucatán, nadie la conoce y menos cómo gobernó su estado. Si supieran de sus deslices locales, seguro que tendría el mismo repudio que los demás que hoy son sus compañeros de gobierno.