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Columna vertebral de la UADY de ayer y la UADY de hoy.

Marco Cortez Navarrete
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MEMORIAS VIII

Por Marco Antonio Cortez Navarrete

Durante la gestión de F.J Alfredo Dájer Abimerhi, como rector de la Universidad Autónoma de Yucatán, de 2007 a 2014, se continuó con la creación y el aumento de programas educativos de licenciatura y de posgrado y con la integración de los campus por áreas del conocimiento y, sobre todo, se creó un nuevo e importante espacio educativo en el sur profundo de Mérida que revivió las esperanzas de miles de jóvenes para acceder a la educación media superior y la posibilidad de cursar educación superior.

Conocí a Francisco Javier Alfredo cuando se desempeñó como secretario académico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) y desde entonces y a la fecha, con todo respeto para los rectores habidos y por haber, lo considero como uno de los dos mejores desde la Autonomía Universitaria, equiparando su desempeño con el de Álvaro J. Mimenza Cuevas.

Alfredo, formado en la UADY, con estudios de posgrado en Alemania e Inglaterra, dio el salto a la administración central de la casa de estudios en la gestión de Raúl Godoy. Es así que Dájer Abimerhi tomó las riendas de la Dirección General de Desarrollo Académico (DGDA) encargándose de articular y potenciar la generación de programas educativos con un agregado: Calidad. decir evaluados, certificados y acreditados por organismos externos y con ello propiciando el egreso de estudiantes con altos estándares de aprendizaje, ojo: cuando señalo esto me refiero al 96 por ciento de la matrícula de estudiantes cursando en programas de calidad reconocidos por la SEP, la ANUIES y el CENEVAL e insertando a los mercados laborales profesionales de excelencia y competitivos.

A un principio de esta breve reseña de mi etapa en la universidad hablé de la creación de la Unidad Académica con Interacción Comunitaria (UABIC) detrás San José Tecoh, en el sur profundo de la capital yucateca y donde en alguna época ni la policía se atrevía a vigilar por temor a la lluvia de piedras u otros objetos.

Recuerdo que cuando se puso en marcha la construcción de estas instalaciones hubo gente que creyó serían efímeras debido al vandalismo y delincuencia que predominaban en aquel sector. Dájer y su equipo de trabajo pensaron lo opuesto y siguieron con las obras hasta que llegó el gran día de la inauguración con la asistencia de los representantes de los gobiernos estatal y municipal y ¡oh! sorpresa, cientos de padres de familia y jóvenes vieron materializado su futuro y sueños de vida.

Un detalle de esta unidad es que su plan de estudios varía un poco del bachillerato propedéutico (prepas uno y dos) ya que al terminar el plan de estudios si la o el joven no pueden o no quieren seguir adelante cuentan con una preparación técnica necesaria para laborar y ser productivos.

La gran sorpresa para mi y para todo el mundo fue que lejos de que el plantel sea objeto de saqueos o destrucción, los habitantes del popular sector no tan solo lo cuidaron y lo procuraron sino que hicieron suyos los objetivos como si se tratase de un enorme diamante hallado en un rio abandonado.

Y más aún hay indicadores que muestran que un alto porcentaje de los egresados de la UABIC optan por buscar espacios en los programas de licenciatura y saben que… ¡logran sus ingresos! y ocupando, en muchos casos, los primeros lugares en las listas de admisión. Destaca también que una buena parte de los estudiantes que continúan su formación profesional (que en muchos casos son los primeros en una familia) lo hacen en los campos de las ciencias exactas y las ingenierías, recordando el por qué la cultura maya fue experta en temas como matemáticas y astronomía.

Mientras esto sucedía en el sur de Mérida la administración de Alfredo, apuntalada por expertos en diversas áreas, seguía tramitando ante la SEP, para volver realidad los sueños de la casa de estudios fundada por Felipe Santiago Carrillo Puerto, el aumento de opciones profesionales y es así como se pasó de 40 a 45 los programas educativos.

Por otra parte se implementó el Plan de Desarrollo Institucional 2010-2020 e impulsó como filosofía de gestión la Responsabilidad Social Universitaria. En el 2012, la UADY actualizó su modelo educativo dando paso al Modelo Educativo para la Formación Integral (MEFI).

Como cereza del pastel, dejo nada más y nada menos la creación de la Feria Internacional de la Lectura, la famosa FILEY, que es hoy —no tengo la menor duda—, el principal símbolo y referente de la UADY ante las culturas nacional e internacionales. Este legado representa un ayer, un hoy y un mañana para todas las generaciones de estudiantes y público en general ya que su objetivo principal no es el libro sino su lectura y aunado a esto la conservación y la esperanza de mantener una literatura eterna e indomable.

Hay muchas cosas más como la creación del Instituto Confucio en cooperación con el gobierno de la República Popular China y el Prograna “Hoy en Tu Comunidad” donde cientos de estudiantes de todas las disciplinas recorrieron todos los rincones del estado una y otra vez llevando consigo lo aprendido en las aulas.

En síntesis, para un servidor, Alfredo no fue un rector, fue un amigo cercano a todas y todos. Una persona que te ve fijamente a los ojos y nunca evade sus funciones y responsabilidades. Un rector que al final que su gestión hizo justicia al otorgar el Premio “Primer Jaguar” al ingeniero Alvaro J. Mimenza Cuevas, en el sendero de la Autonomía, como un recordatorio de la importancia de mantener la memoria universitaria.

Por hoy es todo. Gracias por leerme. Y como siempre ¡Sean felices!

Marco Cortez Navarrete
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