Reflexiones en Voz Alta, por: Carlos Capetillo Campos
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Hace 11 días que en diversos estados del país hay una escasez de combustible para los vehículos, tanto los de uso particular como los de transporte público, causando un enorme perjuicio a los ciudadanos, porque la escasez del combustible no solo afecta el transporte, sino las diversas actividades personales, profesionales, familiares, escolares, en fin, no hay una actividad en la que no tenga impacto la gasolina.
Pero los funcionarios del gobierno desde el presidente, los secretarios y directores del tema dicen que no hay desabasto, sino que simplemente cerraron los ductos para que ya no se roben el combustible y que así el gobierno se ahorre 60 mil millones de pesos. Es posible que esta cantidad sea cierta, pero ¿cuánto ha costado y costará todavía a la sociedad esta acción?
El hecho es que llegan a las gasolineras y después de horas de formar largas colas, se topan con que simplemente no hay el combustible y en otros Estados como medida preventiva se está racionando el combustible.
Es decir, somos un estado productor de petróleo que no solo tenemos que importar gasolina, sino que ahora no tenemos capacidad para abastecer la demanda de tan preciado líquido.
Esto desde luego ha desatado el ingenio mexicano para volcar sus molestias en memes que circulan en las redes sociales, burlándose de las autoridades, pero hasta allá. Y los funcionarios lo saben y saben que no pasa a más. No pasa nada.
El aeropuerto de Querétaro, aunque es una terminal con poco movimiento, no deja de ser importante por la actividad económica de la entidad y que no pueda operar por falta de turbosina, será una noticia internacional negativa para el país.
Y me parece bien que quieran combatir el robo de combustible, pero es inexplicable que quieran combatir el llamado “huachicoleo” sin contar con una estrategia eficiente que haga posible obtener el resultado deseado sin causar semejante perjuicio al pueblo, asemejándose a la declaración de guerra del ex Presidente Calderón al llamado crimen organizado, cuyos resultados todos los mexicanos ya conocemos.
Yo felicito al Presidente López Obrador por decidirse a combatir el robo de combustible, pero el que sus funcionarios responsables del tema no le hayan presentado una estrategia con todos sus impactos, es una muestra de ineficiencia que debe sancionarse seriamente.
Como referencia comento que, en los años 70, operaba enfrente del aeropuerto de Mérida una cementera, Cementos Maya y yo me desempeñaba como Director General de Administración del Gobierno del Estado, equivalente a Oficial Mayor, y como tal asistí con el Gobernador del Estado Carlos Loret de Mola, a un recorrido a la Planta. Después del recorrido nos dieron una demostración de un sistema de seguridad que habían instalado y en un salón había un detalle del flujo del producto y provocaron intencionalmente algunas fallas lo que se marcaba en forma visual y auditiva, señalando el lugar exacto donde estaba la falla del flujo, que al bajar la presión detonaba las alarmas y así se atendía la falla de inmediato.
Seguramente Pemex tiene un sistema parecido, ya que hoy, casi 50 años después, la tecnología ha evolucionado impresionantemente y una baja en la presión del desplazamiento del combustible por los ductos, detonarían las alarmas necesarias para atender enseguida y con precisión el lugar de la falla.
Hoy hay la versión de que el robo se da en la distribución, corrompida desde su origen y las gasolineras donde hay desabasto son las coludidas en el robo del combustible, por lo que ya está claro hacia dónde se debe enfocar la atención del gobierno y hay que proceder con toda energía para que realmente quede claro que el gobierno está combatiendo la corrupción.
Estas gasolineras compraban una cantidad lícitamente y otro tanto igual la adquiría por métodos irregulares. Hoy al recibir solo las cantidades registradas como su abasto en Pemex, obviamente no pueden surtir las cantidades normales que cada mes requieren. Teniendo esto claro, ya debe normalizarse la distribución del combustible.
Veamos.
Te saludo cordialmente.