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Compran fierros viejos con el dinero de los contribuyentes

Leo Zuckermann
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Juegos de Poder, por: Leo Zuckermann.

Decía Margaret Thatcher que no hay “dinero público”,
lo que hay es “dinero de los contribuyentes”. La icónica neoliberal se refería
a que el Estado no produce valor, sino que lo extrae de las entidades que sí lo
generan: empresas y personas. Dinero que el Estado emplea para todo tipo de
actividades. La pregunta es cuáles.

Los contribuyentes elegimos a nuestros representantes
para tomar esa decisión. Si se equivocan y malgastan el dinero de los
contribuyentes, ellos no pierden dinero en lo personal. En todo caso, los
votantes pueden castigarlos en la siguiente elección si piensan que hicieron un
mal uso de los recursos.

Los gobiernos deben gastar bien en cosas muy
puntuales. Proveer productos y servicios que, por su naturaleza, se consideran
como “bienes públicos”, es decir, los privados carecen de incentivos para
proporcionarlos (la seguridad nacional, por ejemplo). También debe usarse el
dinero de los contribuyentes para corregir las fallas del mercado, combatir a
los monopolios y otorgarle una educación y salud de calidad a la población.
Algún tipo de apoyo económico debe otorgarse a los que viven en pobreza extrema
para salir de esta situación. Hasta ahí. Suena poco, pero es mucho en cuanto a
la cantidad de recursos que se requiere para hacer bien estas cosas.

Los estatistas, en cambio, piensan que el gobierno
debe hacer mucho más. La actual administración federal es uno de ellos. Sus
obras de infraestructura son un ejemplo. Construyeron y operan con dinero de
los contribuyentes el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), que nadie
quiere utilizar. Agréguese la edificación del Tren Maya y la refinería de Dos
Bocas. El primero, sin demanda real de pasajeros y carga; la segunda, cuando
las energías fósiles van de salida en el mundo entero.

De esto ya he hablado mucho en esta columna. Hoy, sin
embargo, me quiero concentrar en otro dispendio irracional del actual gobierno.
Típico de los funcionarios públicos que malgastan el dinero de los
contribuyentes. Como no es de ellos, y no pierden nada si se pierde, pues…

En esta ocasión me refiero a la compra de “activos”
(las comillas son a propósito) de la quebrada empresa Mexicana de Aviación. Con
817 millones de pesos de los contribuyentes, el gobierno de López Obrador
adquirió las 23 marcas de esa corporación, algunos bienes inmuebles, un centro
de adiestramiento y un simulador de vuelo.

¿Para qué los quiere el gobierno?

Como buen estatista, al Presidente se le metió la idea
que el gobierno debe ser propietario de una línea aérea operada por el
Ejército. Una barbaridad de la cual ya hablé en un artículo previo.

Bueno, pues dicha aerolínea pública y castrense volará
con las marcas de Mexicana. Vaya uno a saber si los otros “activos”, que a lo
mejor son más bien pasivos, serán de utilidad para la nueva empresa. No sé, por
ejemplo, si el simulador de vuelo esté tecnológicamente vigente en 2023 cuando
no se ha utilizado desde 2010 en que quebró Mexicana. Sospecho que no.

El gobierno, a través de la Secretaría de la Defensa
Nacional, compró marcas olvidadas y fierros viejos con dinero de los
contribuyentes. ¿Es el mejor uso que se les puede dar a estos recursos? Desde
luego que no.

Mientras otras instituciones de gran utilidad pública
están en los huesos sin poder operar con eficacia (la Comisión Federal de
Competencia Económica, por ejemplo, para combatir a los monopolios), el
gobierno despilfarra 817 millones de pesos con el fin de armar una línea aérea
que perderá aún más dinero de los contribuyentes.

Los únicos beneficiarios de esta operación serán los
extrabajadores de Mexicana, quienes siguen esperando su indemnización. Con la
compra del Estado de la empresa quebrada recuperarán, al parecer, sólo un 10%
de lo que les deben. Poco, pero algo es algo.

Esta semana, el diario 24 Horas dio a conocer que este
año el gobierno subsidiará al AIFA con mil 370 millones de pesos. Un pésimo
negocio está resultando esta terminal aérea. Eso sí, el Presidente ya logró la
foto del Air Force One en el AIFA. Bueno, pues lo mismo ocurrirá con la nueva
Mexicana de Aviación, cuyo costo inicial ya es de 817 millones de pesos.
Comience usted a sumar porque los costos se irán incrementando en el tiempo.
Claro, con cargo al dinero de los contribuyentes.

Leo Zuckermann
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