La Revista

Conflicto de intereses

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas

No sé por donde empezar. Es como si todos aquellos fantasmas que habíamos espantando hace años, hoy se nos aparecieran todos de golpe para decirnos: “nunca nos hemos ido”.

Y sí: todos están presentes porque las cosas más inverosímiles se reconfiguran para asustarnos otra vez, como cuando México era un país de un partido hegemónico, cuando se caía el sistema para arrebatarle el triunfo a quien la gente votó para ser presidente, como cuando nos decían que el magistrado se suicidó con doce puñaladas en la espalda.

Es como regresar a los días en que nadie ponía cuidado o no les importaba ofender la inteligencia de sus interlocutores.

Esta semana que termina no creo haya un tema más delicado que lo que hicieron los diputados del Congreso de Baja California de mayoría panista, cuando le entregan a Jaime Bonilla, el gobernador electo de Morena para un periodo de dos años, una extensión de su administración no por el doble de años sino por cinco, cuando la gente lo eligió para que sea su gobernador tan sólo por dos.

Violentando toda norma, sin pudor alguno, los panistas de Baja California, esa entidad que fue la vanguardia democrática nacional al ganar por primera vez la gubernatura con Ernesto Rufo Appel, hoy se tiñe de suciedad al tomar los diputados la decisión de que ellos pueden cambiar el periodo de gobierno como les convengan o les guste.
Con una sola abstención, los 21 diputados aprobaron una modificación a la Constitución y se abrogaron la facultad de ser ellos quienes amplíen ese periodo de gobierno.

Sólo un diputado local panista se opuso. Ni sus compañeros del PAN, ni del PRI se resistieron a la propuesta de su compañero de Morena, Víctor Manuel Morán, y con un solo voto nulo, logró darle su regalo a su candidato.

Dice Ana Paula Ordorica en El Universal: Mientras esta noticia (la renuncia del secretario de Hacienda) y la detención del abogado Juan Collado acapararon la atención nacional, en Baja California la legislatura local le aprobó al gobernador de Morena, Jaime Bonilla, que su periodo se extienda para durar 5 años y no dos, que fue el periodo para el cuál lo eligieron. La Cámara de Diputados local solo tiene tres integrantes de Morena así que requirió el apoyo del PRI y de 9 diputados del PAN: Ignacio García Dworak, José Félix Arango, Triny Vaca, Alfa Peñaloza, Iraís Vázquez, Mónica Hernández, Raúl Castañeda Pomposo, Sergio Tolento y Carlos Torres. ¿Cómo es posible que el PAN haya votado por extender el mandato de Morena en un estado que era, hasta el 2 de junio, su bastión tradicional?

Fácil. Hubo una negociación entre el saliente gobernador, Kiko Vega, y el gobernador electo, Jaime Bonilla. Vega negoció que los diputados del PAN votaran en favor de la extensión del mandato a cambio de nombrar a su amigo cercano, Carlos Montejo Oceguera, como titular de la Auditoría Superior de la Federación. Montejo Oceguera, designado la noche del lunes en sesión extraordinaria del mismo congreso local, tendrá que fiscalizar (es un decir) las cuentas públicas de Kiko Vega del 2017-2019 y las del actual gobernador y su sucesor ya que el cargo concluye hasta 2027. Así, cualquier irregularidad en la gestión de Vega quedará bien resguardada por su amigo y futuro auditor.

¿Cómo logró Vega que los diputados del PAN le hicieran caso a él de aceptar la extensión del mandato de Bonilla en lugar de al dirigente del PAN, Marko Cortés, que pedía lo contrario? Los panistas nacionales están furiosos y comentan que el trabajo corrió a cargo de Miguel Ángel Bujanda, cercano al ex gobernador Kiko Vega, quien se habría encargado de pagar 8 millones de pesos a cada diputado a cambio de su voto, finaliza la columna.

Hasta ahí el cochinero de Baja California y la detención de Collado, que es una venganza por servir a “la mafia del poder” y exhibirse con ellos en la fiesta de su hija.

A todos nos queda claro que el presidente tiene que subrayar que él es el que gobierna. Esa debilidad que demuestra cada vez que lo expresa sólo puede referir a una enorme inseguridad e incertidumbre porque vaya que ha dejado claro que su ejercicio de gobierno es improvisado, sin tener idea clara de cómo hacer las cosas aunque una no deja duda: necesita dinero para comprar clientelas electorales aunque atropelle a niños, mujeres y enfermos en su afán de sostener su proyecto.

Los conflictos de intereses del presidente que nos ofreció hacer las cosas distintas, no parecen importarle. Y así lo han dejado claro las dos renuncias que más bien ha sido denuncias públicas que exponen no sólo que hay un tráfico de influencias y un conflicto de intereses sino también una ausencia absoluta de rigor en la forma cómo se toman las decisiones y cómo se ejecutan proyectos.

Además, dejan claro que se han colocado en puestos clave de la administración pública a gente sin experiencia y sin conocimientos por el simple hecho de ser leales, amigos o familiares de quienes hoy encabezan el gobierno. Ese que nos ofreció ser distinto.

Si comparamos la renuncia de Carlos Urzúa a la secretaria de Hacienda, veremos que sus argumentos son idénticos a los de Germán Martínez como director del IMSS.
Y eso mientras el tufo de que uno de los hijos del presidente, Andrés López Beltrán, está decidiendo muchos de los nombramientos no sólo en Hacienda sino también en la oficina de su papi, y el SAT.

¿No queríamos acabar con los excesos desde el poder?, ¿no se eligió a Andrés Manuel porque estábamos hartos del tráfico de influencia?, ¿no se eligió a López Obrador porque estábamos hartos de los excesos de los partidos y sus militantes?, ¿no nos ofreció a todos que sería un gobierno diferente, distinto? Pareciera que sí lo está logrando: está resultando peor y apenas van siete meses.

José Francisco Lopez Vargas
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