Sobran los motivos, por: Jordy R. Abraham Martínez
El
paradigma de las relaciones internacionales ha cambiado en los últimos
decenios. Lejos han quedado los tiempos en los cuales el imperialismo era el
modelo predominante y la esclavitud era una práctica habitual. La revolución
digital ha impulsado una notoria apertura en el mercado entre naciones debido a
la facilidad con la que actualmente es posible hacer negocios a larga
distancia. Entonces, se han venido construyendo acuerdos significativos como
los tratados de libre comercio y hasta han surgido pactos de integración
supranacional como la Unión Europea. En síntesis, ha habido avances importantes
que prometen prosperidad para los habitantes de los diferentes países. Más aun,
se dice que aquel territorio que se niegue a involucrarse en este proceso de globalización
se verá severamente afectado e inevitablemente colapsará como Estado.
Por
supuesto, que son múltiples los beneficios de la globalización, ya que fomenta
el turismo, pero a su vez incentiva el desarrollo tecnológico y la educación.
En el mismo orden de ideas, las redes sociales nos permiten permanecer
informados sobre los acontecimientos que se dan al otro lado del mundo. Las
posibilidades son amplísimas y ciertamente, la globalización ha sido clave para
el crecimiento económico de muchas naciones.
A
mayor abundamiento, vivimos en una era contemporánea en la cual hay relativa
paz y orden mundial. Es verdad que ha habido algunos conflictos lamentables en
Medio Oriente, pero si comparamos esta situación con la enorme cantidad de
eventos bélicos ocurridos en anteriores siglos, nos percataremos de la
substancial diferencia. Sin duda, la Organización de las Naciones Unidas,
integrada tras la Segunda Guerra Mundial, ha jugado un papel fundamental.
Así,
pareciera lógico que se presente una cohesión sistemática y progresiva, en la
que poco a poco se vayan borrando las líneas fronterizas que dividen a los
países. Los gobiernos de los Estados promueven la integración internacional y
hablan de sus bondades, sobre todo cuando concurren a foros intercontinentales
que buscan la cooperación. Se menciona a la inversión extranjera como elemento
vital para cualquier nación en vías de desarrollo que aspire a consolidarse.
No
obstante, se corren determinados riesgos que merecen ser tomados en cuenta. La
realidad nos demuestra que hay fenómenos nacionalistas de xenofobia y
discriminación. Hay líderes que infortunadamente formulan discursos que incitan
al odio y a la exclusión. Por consiguiente, pareciera que la llamada
globalización ha tenido un éxito rotundo en cuanto a temas financieros, pero no
ha conseguido erradicar el lastre del racismo y el desprecio ante las personas
con culturas divergentes.
Somos
parte de un mundo raro en el cual contamos con mejores condiciones de vida que
nuestros antepasados, aunque continuamos sin poder establecer un entorno global
de auténtica paz. Mientras se siga viendo al extranjero como una amenaza, en
vez de mirarlo como un hermano, no lograremos avanzar hacia un verdadero
paradigma en el que los derechos humanos y su ejercicio estén vigentes.


