La Revista

Consecuencias

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas. 

Nunca he sido de festinar el mal de otros. Siempre he
sostenido que cada acción tiene una consecuencia y uno debe ver si el costo de
esas consecuencias, buenas y malas, lo valen realmente para tomar una decisión
en favor o en contra.

En el México de hoy el debate no es quien podría ganar
la presidencia, sino cómo sacar del gobierno a quienes no sólo lo han destruido
sino que han construido con sus prejuicios barreras entre una sociedad que ve
con pasmo como llevamos cinco años sin tener un presidente de la República que
lo haya sido un solo día para todos.

Aquí el tema es polarizar. Divide y vencerás, decía
Maquiavelo y vaya que López Obrador sabe y aplica esa filosofía. Del más nimio
suceso en contra de sus opositores logra hacerlo parecer como un ataque a él y
a su gobierno porque se ha atrevido a intentar cambiar el status quo.

Sin embargo, todo tiene un precio y hasta la
celebración de la sentencia en contra de García Luna lo llevó a festinar ese
“triunfo” de la justicia americana contra el número uno de la política de
seguridad del gobierno de Felipe Calderón, su más acérrimo enemigo, el que le
“robó” una elección que jamás ganó y cuyo supuesto despojo no pudo probar. ¿Con
qué cara critica hoy a quienes piden la entrada del Ejército americano en
México?

Hoy, el que fuera procurador general del gobierno de
Donald Trump, William Barr, dice en un artículo publicado en el Wall Street
Journal:

“Los cárteles mexicanos han florecido porque los
gobiernos mexicanos no han tenido el deseo de acabarlos, con excepción de
Felipe Calderón, que se fue con todo contra los cárteles. Hoy, el facilitador
en jefe de los cárteles es el presidente López Obrador”, señala en su escrito
publicado el dos de marzo pasado.

El tema ha estado en boga desde principios de año
cuando los diputados republicanos Dan Crenshaw, de Texas, y Michael Watz, de Florida,
presentaron un proyecto de resolución conjunta en el Congreso de Estados Unidos
identificado como la HY.J.Res. 18, donde piden autorización para utilizar a las
fuerzas armadas contra los cárteles de la droga mexicanos.

El tema, dice Raymundo Riva Palacio en su colaboración
en El Financiero de este lunes 6 de marzo, de la seguridad y corrupción ha
provocado, en los primeros 18 días del año, 10 iniciativas de ley y
resoluciones de la Cámara de Diputados que incluyen proyectos para gravar con 5
por ciento las remesas que los paisanos envían al país, y que López Obrador
presume, como si fuera un triunfo de su gestión.

En muchas páginas se califica a los narcos mexicanos
como “organizaciones terroristas” y ello provocó que 21 procuradores de igual
número de estados enviaron una carta al presidente Biden, el 8 de febrero, para
darles esa categoría: “terroristas con fuerzas armadas bien desarrolladas”.

Sin embargo, en México los narcos y el crimen
organizado “ayudan” a Morena a ganar elecciones, como sucedió en 2021 en los
estados del pacífico norte donde hubo cambio de gobierno, además de Guerrero y
Michoacán.

El presidente se entrevista con la mamá del Chapo, le
pone tres secretarias de estado a su servicio para hacer sus solicitudes de
visas humanitarias para visitar a su hijo. El gobierno libera a su nieto Ovidio
y el presidente ha visitado hasta en cinco ocasiones el triángulo dorado donde
se realizaron obras de infraestructura que les facilita el tránsito de sus
embarques de estupefacientes o precursores químicos para fabricarlos y
enviarlos a Estados Unidos.

Y en este ambiente, el viernes del primer fin de
semana de marzo, secuestran a cuatro ciudadanos americanos a punta de pistola
en Matamoros, Tamaulipas, y activan la embajada americana y la Casa Blanca
gestiones que, hasta ahora, no han fructificado para su rescate a pesar de la
colaboración con México. Hasta el FBI se integró a las pesquisas, pero los
responsables del secuestro de los dos muertos y el herido no aparecen.

Así empezó la semana, con un tuit de la ministra Norma
Piña donde señala que: “Todos los males de la democracia puede curarse con más
y más democracia” mientras decía a sus ministros y jueces: “No son tiempos
fáciles, pero hay que actuar con prudencia de juzgadores, sin que se confunda
con cobardía, porque en el resguardo de nuestra Constitución con independencia
y responsabilidad radica la dignidad del Poder Judicial”.

En el camino, seamos ciudadanos porque todos tenemos
los mismos derechos. No seamos partidistas ni militantes cuando de defender
derechos se trata porque sin éstos seríamos menos ciudadanos o no lo seríamos
con plenitud. Defendamos nuestra democracia, imperfecta, perfectible, pero
nuestra por derecho ganado hartos de saber, desde antes de los comicios,
quienes serían los ganadores. No regresemos al pasado.

José Francisco Lopez Vargas
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