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Contrastes y consensos

Jordy R. Abraham Martínez
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Al hablar de democracia, solemos pensar en consensos. A fin de cuentas, dentro de los sistemas democráticos, la voz de la mayoría es la que decide. Por tanto, hay una tendencia a enfocarnos únicamente en la voz de las mayorías, pasando por alto los puntos de vista de las minorías. Sin embargo, dentro de una sana democracia la inclusión y la pluralidad deben fungir como pilares de la efectiva representatividad que legitima las acciones del Estado.

El mosaico cultural de México y su extensa población, dan dinamismo y heterogeneidad al país. Cada una de las voces debe ser considerada en la elaboración de los programas estatales y las políticas públicas. En este sentido, hay sectores de la población que constituyen grupos vulnerables, tales como las personas con discapacidad o las comunidades indígenas. Si aspiramos a consolidar la democratización nacional, es indispensable que estos grupos vulnerables se sientan representados y respaldados por el aparato institucional.

Reconocer que existen diferencias en la manera de comprender el entorno, vivir bajo ciertas costumbres e inclinarse hacia distintas ideologías del espectro político, es necesario en una sociedad plural. No debemos subestimar la importancia de contrastar entre pares ideas y proyectos, pues esa es la mejor forma de crear propuestas que atiendan las exigencias de la comunidad.

Los consensos son ideales, aunque difíciles de alcanzar en la práctica. La propia composición heterogénea de la sociedad enriquece la discusión pública, pero hace casi imposible que se llegue a determinadas conclusiones por unanimidad. Así, el contraste es positivo en la medida en que nutre el debate, abre el panorama y nos brinda nuevos enfoques de pensamiento.

En consecuencia, es un error rechazar el derecho a discrepar, ya que la democracia se optimiza cuando se da un intercambio de posiciones con base en la argumentación y el análisis crítico. Las diferencias son naturales y así deben asimilarse dentro de un marco democrático. La pluralidad no solo es inevitable, sino crucial para asegurar la legítima representación de la totalidad de las expresiones culturales en un territorio.

Más que forzar la obtención de consensos, debemos abocarnos a la expresión transparente de las diversas opiniones presentes en el panorama. Busquemos contrastar para aclarar la baraja de puntos de vista y tomar decisiones puntuales que incluyan una visión amplia de la problemática, con sus posibles soluciones.

Todas las voces cuentan, los consensos aparentes solo se logran en regímenes con poca democracia. Por el contrario, donde se establece la pluralidad, el contraste de ideas y la libertad de expresión, la democracia florece y se robustece con el acontecer cotidiano.

Jordy R. Abraham Martínez
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