Sobran los motivos, por: Mtro. Jordy R. Abraham.
JordyAbraham@gmail.com / @JordyAbraham
Al hablar de democracia, solemos
pensar en consensos. A fin de cuentas, dentro de los sistemas democráticos, la
voz de la mayoría es la que decide. Por tanto, hay una tendencia a enfocarnos
únicamente en la voz de las mayorías, pasando por alto los puntos de vista de
las minorías. Sin embargo, dentro de una sana democracia la inclusión y la
pluralidad deben fungir como pilares de la efectiva representatividad que
legitima las acciones del Estado.
El mosaico cultural de México y
su extensa población, dan dinamismo y heterogeneidad al país. Cada una de las
voces debe ser considerada en la elaboración de los programas estatales y las
políticas públicas. En este sentido, hay sectores de la población que
constituyen grupos vulnerables, tales como las personas con discapacidad o las
comunidades indígenas. Si aspiramos a consolidar la democratización nacional,
es indispensable que estos grupos vulnerables se sientan representados y
respaldados por el aparato institucional.
Reconocer que existen diferencias
en la manera de comprender el entorno, vivir bajo ciertas costumbres e
inclinarse hacia distintas ideologías del espectro político, es necesario en
una sociedad plural. No debemos subestimar la importancia de contrastar entre
pares ideas y proyectos, pues esa es la mejor forma de crear propuestas que
atiendan las exigencias de la comunidad.
Los consensos son ideales, aunque
difíciles de alcanzar en la práctica. La propia composición heterogénea de la
sociedad enriquece la discusión pública, pero hace casi imposible que se llegue
a determinadas conclusiones por unanimidad. Así, el contraste es positivo en la
medida en que nutre el debate, abre el panorama y nos brinda nuevos enfoques de
pensamiento.
En consecuencia, es un error
rechazar el derecho a discrepar, ya que la democracia se optimiza cuando se da
un intercambio de posiciones con base en la argumentación y el análisis
crítico. Las diferencias son naturales y así deben asimilarse dentro de un
marco democrático. La pluralidad no solo es inevitable, sino crucial para
asegurar la legítima representación de la totalidad de las expresiones
culturales en un territorio.
Más que forzar la obtención de
consensos, debemos abocarnos a la expresión transparente de las diversas
opiniones presentes en el panorama. Busquemos contrastar para aclarar la baraja
de puntos de vista y tomar decisiones puntuales que incluyan una visión amplia
de la problemática, con sus posibles soluciones.
Todas las voces cuentan, los
consensos aparentes solo se logran en regímenes con poca democracia. Por el
contrario, donde se establece la pluralidad, el contraste de ideas y la
libertad de expresión, la democracia florece y se robustece con el acontecer
cotidiano.