El vicepresidente de los Estados Unidos, J. D. Vance, suscitó una amplia controversia internacional al declarar que espera que su esposa, Usha Vance, quien proviene de una familia hindú, “algún día se convierta al cristianismo”.
Durante un evento organizado por Turning Point USA en la University of Mississippi, Vance explicó: “¿Espero que algún día ella se sienta conmovida de alguna forma por lo que me conmovió a mí en la iglesia? Sí, honestamente lo deseo, porque creo en el Evangelio cristiano, y espero que, en el futuro, mi esposa llegue a verlo de la misma manera”. Al mismo tiempo afirmó que “si no lo hace, entonces Dios dice que todos tenemos libre albedrío, y para mí, eso no es un problema”.
Las declaraciones provocaron críticas de diversas comunidades y expertos. La Hindu American Foundation emitió un comunicado señalando que dichos comentarios “reflejan la creencia de que solo hay un camino verdadero hacia la salvación —un concepto que el hinduismo simplemente no tiene— y ese camino es a través de Cristo”. Por su parte, especialistas en matrimonios interreligiosos advierten que “presionar a un cónyuge para que se convierta o incluso esperar que se convierta no es una buena base para un matrimonio exitoso”.
Respecto a su matrimonio, Vance comentó que tanto él como su esposa se conocieron en la Yale Law School cuando ambos eran ateos o agnósticos, y que posteriormente él se convirtió al catolicismo en 2019. Usha, en cambio, fue criada en una familia inmigrante hindú y participa ocasionalmente en servicios cristianos con su esposo En el evento, Vance señaló que decidieron criar a sus hijos en la fe cristiana, asistiendo a una escuela cristiana y recibiendo los sacramentos católicos más importantes.
El episodio adquiere relevancia política dado que Vance es considerado un aspirante potencial a la candidatura presidencial en 2028, lo que coloca sus comentarios bajo un escrutinio adicional. Además, plantea cuestiones sobre pluralismo religioso, matrimonio interconfesional y la manera en que figuras públicas manejan la fe y la diversidad cultural en el ámbito político.
Entre las reacciones, Vance respondió en redes sociales a algunos críticos, calificando de “repugnante” la acusación de que había menospreciado la religión de su esposa, y reafirmó: “Ella no es cristiana y no tiene planes de convertirse… De todos modos, seguiré queriéndola y apoyándola”.
Este suceso recuerda la creciente presencia de matrimonios interreligiosos en Estados Unidos: según datos del centro Pew Research Center, el 39 % de las personas que contrajeron matrimonio a partir de 2010 lo hicieron con un cónyuge de un grupo religioso diferente.
En resumen, las declaraciones de Vance han encendido un intenso debate sobre los límites entre convicción personal y presión religiosa, el papel del líder público en asuntos de fe, y cómo las parejas interreligiosas navegan la dualidad de creencias en el ámbito privado y público.


