Una vez encontré una foto. Era magistral y tan bella como única. Creo que era como versos flamencos susurrados al viento. O como el sol acostándose en el mar cantando melodías de Lin Cortés o Antonio Carmona. Era todo, más, tanto, vida, emoción, sentir, sentido. Sentío…
Era una conversación en tiempos de bolero. La plática pura y real que no precisa ni palabras, se alimenta del mirar, de la mirada, del admirar y de la admiración. Era la garganta de la infancia en la arena que pisaría el héroe de ley y estatua. Era tan bonita!
Era un torero. Y era un niño. Veinte años, que sí son algo, y más de veinte años separando cada piel. Y, sin embargo, almas juntas. Almas con alma. Almas toreras. Era una foto en la que corrían tiempos de alegría: iba a torear José Tomás y el niño lo sabía..
Era una foto viva. Era una foto, y la foto era el silencio y el sonido, el susurro y el momento..
Hubo un lugar en el que nació esa foto, y ese lugar existe, y en él se arrullan los sueños.. una vez vi una foto, y me enamoró. Los ojos de un niño admirando a un torero!
Esa foto es. Está! Esa foto vive! Es maravillosa!
Dedicado a Anya Bartels-Suermondt, autora de la foto
A Viti, niño de la foto, y sus padres Viti y Roci
A José Tomás. Yo estuve allí!
A Diego, el Cigala
A los artistas mencionados
A mi hermana
A mi Luis
A mi flamenco, temporal y atemporal
A los tomasistas