Por: Cristina Padín
…se atreve a cambiar un mundo de plata por un centenar de
interrogantes, cruza sin atisbo de miedo grandes fincas y una parte del ancho
mar, cambia un cielo por otro (y qué distintos son los cielos muchas veces),
sabe hablar con la palabra docta y sabia que otorgan los estudios y el trabajo,
enjareta faenas de tanta garra como las de los buenos toreros en los ruedos,
jamás se cansa de buscar la solución más exacta para deshacer el entuerto (o los
entuertos), lee y escucha y piensa y agradece y reflexiona, tiene educación y
así lo demuestra, es y sabe ser, posee lealtad, se conduce con humildad y
sensatez y pensando en el bienestar ajeno…
…simplemente deja al descubierto dos cosas muy importantes:
Una: que gañanes sin letras y sin preparación ni solvencia
no son valientes simplemente por decir que lo son, nada más son bravucones
ególatras con mucho tiempo libre, demasiados espejos y escasas lecturas.
Dos: que es valiente.
Y así se narró aquel día el cuento de la valentía..
A la valentía real. Que no es la que se pregona con tonterías
absurdas
A Carlos. Con una felicitación
A gallegos valientes
A Luis
A los toreros
A la lealtad y a las personas leales
A mi amiga Rosario
Al cielo azul