Me siento muy dichoso y así es mi día entero. Me siento agradecido por esta oportunidad que se me da de nuevo para compartir algo que te podrá ser de provecho en tu vida, así como es en la mía.
Seguramente en algún punto de tu vida has estado en una situación donde no sabes que es lo que pasa contigo pero sabes que algo no está bien. No puedes identificar qué es lo que tienes, pero tus resultados no son lo que suponías que iba a suceder. Crees que estás haciendo lo correcto, pero no tienes el resultado que esperabas. Sientes que, como salmón, estas luchando contra la corriente pero no avanzas.
Cuando te encuentras atrapado de esa manera no sabes que es lo que sucede contigo. Y muchas veces crees que la solución se encuentra en algo que está allá afuera. Estás convencido que cuando logres solucionar algo, todo lo demás cambiará también, pero no es así. Llegas al punto que al solucionar lo que creías que era el problema, entonces nada cambia, excepto que te convences que tal vez es otra cosa la que debes de resolver ahora. O tal vez, llegas a la meta que crees que debes lograr, para darte cuenta que sientes que no fue suficiente para cambiar tus circunstancias.
Crees que la solución está ahí afuera pero no es así, está en ti. No eres consciente de lo que no se da afuera es porque no lo tienes adentro. Normalmente estando en esta situación es más fácil echarle la culpa a otros, o al universo, por tus desgracias que hacerte responsable de lo que tú mismo generas para ti. Sé por experiencia propia que estar en esta situación es difícil, pues estas tan metido y enfocado en lo que no te resulta que eso mismo lo estás generando al mismo tiempo, se vuelve un ciclo vicioso que pareciera no haber salida. Estas ciego de todo lo que está pasando dentro de ti. Pero sigues enfocado en solucionar tu mundo exterior. Quieres solucionar incluso la vida a los demás pensando que eso te va a traer beneficios para ti, pero todo sigue siendo lo mismo, y sientes que no avanzas.
Este es el momento perfecto para hacer un alto y ver hacia adentro que es lo que no está funcionando contigo. Evaluar cuál es tu compromiso contigo mismo. Checar cuántas veces rompes tu palabra a los demás porque al hacerlo, primero, lo haces contigo mismo. Revisar de qué manera asumes tu responsabilidad cuando algo no sale como tú lo esperabas. Mirar de qué manera te estas auto saboteando. Analizar las acciones que tomas para caer en lo mismo, sin resultados diferentes. Revisar, también, tu orgullo para poder pedir ayuda pues es claro que lo que haces no te ayuda a avanzar. Mírate al espejo y ve qué tanto te agradas y sobre todo cuanto te amas, pues ahí estará la clave.
Debes aceptar que la solución no está en tus resultados, estos sólo te dirán en dónde estás parado en ese momento. Asume tu parte responsable cuando algo no salga a tu favor. Comprométete contigo mismo a que hagas lo que hagas vas por tu objetivo, y pase lo que pase, lo vas a cumplir. Cuándo te comprometas con alguien o con algo cumple tu palabra, pues es la única garantía de lo que realmente vales como persona. Debes de reconocer que tienes todo para lograr lo que quieres. Reconócete por lo que vales como persona, como ser humano, como ser único y perfecto. Pues, lo único que recibes de la vida son las oportunidades para crecer y aprender, depende de ti afrontarlas. Cuestiona tus propios juicios y creencias de ti mismo. La verdadera solución está en ti, como te tratas, como te cuidas, como te amas.
Tú tienes el poder de controlar tu vida… ¡Úsalo!
Luis E. Roche
Coach
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