Cuba se enfrenta a una crisis energética que ha puesto en jaque el día a día de sus habitantes. Este miércoles, las autoridades anunciaron que el país sólo podrá cubrir el 42.75% de la demanda eléctrica diaria durante la hora pico, lo que significa que generarán 2.005 megawatts, cuando la demanda estimada es de 3.380 megawatts, según información del Ministerio de Energía y Minas publicada en su cuenta de Facebook y analizada por CNN.
Desde finales de septiembre, esta tendencia se ha mantenido constante, con un déficit cercano al 60% en la producción eléctrica diaria. Este problema no es nuevo para los cubanos, ya que el país arrastra una limitada infraestructura energética que no ha recibido el mantenimiento adecuado en años, lo que ha generado apagones recurrentes desde la década de 1990.
La situación se agravó aún más en 2022, cuando un incendio en la instalación de combustible de Matanzas destruyó el 40% de la principal estructura de almacenamiento de combustible del país, un hecho que ha afectado de manera significativa la capacidad de generación eléctrica en la isla.
Vicente de la O Levy, ministro de Energía y Minas, ya había advertido en marzo sobre los desafíos que enfrentan las termoeléctricas en Cuba. Según sus declaraciones en la televisión estatal, “las condiciones de las termoeléctricas suponen grandes retos para la estabilidad del sistema eléctrico”. En la actualidad, siete de las ocho termoeléctricas que abastecen de energía a la isla se encuentran fuera de servicio por mantenimiento o averías, según el comunicado emitido por la Unión Eléctrica de Cuba y el Ministerio de Energía y Minas.
A este complejo panorama se suma la falta de combustible, que ha dejado a 37 centrales de generación de energía fuera de operación. Estas plantas, ubicadas en zonas como la patana de Mariel y Santiago de Cuba, han visto interrumpido su funcionamiento, lo que agrava aún más la crisis energética del país.
La falta de electricidad en Cuba afecta gravemente la vida cotidiana de sus ciudadanos, quienes enfrentan problemas en servicios esenciales como el transporte público, los cajeros automáticos, dispensadores de gasolina, el pago electrónico en tiendas y el suministro de agua mediante bombas eléctricas. Estos cortes también impactan en los hogares, donde las cocinas eléctricas han quedado inutilizables.
Un ejemplo de las graves consecuencias de estos apagones se puede ver en el edificio Girón de La Habana, donde personas mayores, muchas de ellas con movilidad reducida, deben subir varios pisos sin acceso a un ascensor debido a la falta de electricidad. Según un testimonio recogido por la agencia EFE, estos apagones han empeorado considerablemente la calidad de vida de los habitantes de ese inmueble, en particular de los más vulnerables.
En un intento por mitigar la crisis, el gobierno cubano anunció la instalación de paneles solares para incrementar la capacidad de generación energética en la isla. Sin embargo, el primer proyecto, que produciría unos 1.000 watts, no estará disponible hasta dentro de dos años, lo que deja a la población enfrentando apagones continuos en el corto plazo.
Esta crisis energética ha avivado el descontento popular y ha sido una de las causas de las multitudinarias protestas que se han llevado a cabo en Cuba en los últimos años, incluyendo las históricas manifestaciones del 11 de julio de 2021 y otras más recientes en 2022 y 2024. Mientras el gobierno intenta buscar soluciones, los cubanos siguen lidiando con una crisis que parece no tener un final cercano.
