Estaban escuchando un cantar mientras el mes dorado, octubre, caminaba hacia el fin sereno y firme y leal. Estaban felices. Una de las niñas, ya mujer, esperaba un bebé. El padre era él: el amor de su vida, un hombre de profundo respeto, valores hermosos, sonrisa etérea, tez morena.
Recordaban tantas tardes de toros vividas al compás de la voz dulce del abuelo de todos, el que ya no estaba, el tipo humilde y amable que había subido al cielo en la primavera. Al niño le pondrían el nombre del hombre: su bisabuelo.. el que fuera gran taurino. Gran amante de México. Gran admirador de su tocayo David..
David Silveti. El Rey David!
El bebé que estaba por llegar se iba a llamar David..
Dedicado a mi querido Diego Silveti. Y a toda la familia Silveti..
Dedicado a todos los que han estado muy cerca de la familia Silveti
A mi niño Luis
A mi prima Cris y su bebé por llegar: Jimena
A mi mago Talavante
A la gente aficionada de verdad
A mi amado México