La Revista

De Brazos Caídos

Roberto Uscanga Hernandez
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Por Roberto Uscanga

En los últimos días los ex integrantes del equipo Yucatán que encabezó el ex alcalde Renán Barrera Concha han mantenido una narrativa de victimización en la que el reparto de culpas representa la columna vertebral de la explicación a su derrota frente a Joaquín Díaz Mena.

Vamos a analizar con prontitud y sin ánimo de desligitimar el triunfo del gobernador electo, algunas de las causas por las cuales Barrera Concha fue víctima de las malas decisiones y actitidudes de su Cuarto de Guerra que hoy tristemente habla de complots y conjuras inexistentes.

1.-El desprecio a las encuestas.

Con 123 mil votos de margen diferencial es impensable que el equipo de Barrera Concha no haya previsto este margen en más de 292 días que abarcó su precandidatura y su candidatura lo cual abre un abanico de preguntas: ¿En qué estaban pensando?, ¿Qué estaban haciendo? ¿Acaso nunca leyeron una encuesta seria?, peor aún ¿Nunca le informaron al candidato? El desprecio a la medición científica, basada en herramientas estadísticas que sirven para tomar decisiones, reaccionar, tomar acciones o cambiar de tácticas o estrategias fue una constante que permite inferir que nadie de los integrantes de su equipo se atrevió a mostrarle al candidato la verdad. Nada peor puede sucederle a un gobernante o a un candidato que su propio equipo se comporte como el cuento del “Traje Nuevo del Emperador”. Lo único que no puedes hacer con las encuestas es ignorarlas por el simple hecho de que no te favorecen o de querer darle al candidato sólo noticias buenas.
Por esas razones, ganar 10 municipios de 106, nunca fue una buena noticia.

2.-Inexperiencia en campañas de largo alcance.

Como resultado de estas lecturas fue claro que el equipo Yucatán nunca supo qué hacer. Tras casi 9 años en la alcaldía de Mérida y sin experiencia en campañas territoriales de largo alcance, fue claro que ante la miopía electoral, surgió la soberbia que les impidió pedir ayuda, les impidió aceptar que estaban mal, les impidió reconocer que su estrategia era fallida, errónea, sin capacidad política operativa y prefirieron abandonarse a la imaginación que les decía que “todo estaba muy bien”, aún cuando sus propias mediciones decían lo contrario.

3.-Relajamiento inaudito.

Por eso, el candidato del PAN se relajó durante la campaña: eran comunes las expresiones farisaicas de su Cuarto de Guerra: “para qué esforzarnos si ya ganamos, para qué visitar todos los municipios si ya ganamos, mejor vamos a planear los festejos y a repartir los puestos, mejor vamos a dejar que las cosas pasen solas, total el otro candidato jamás nos va a alcanzar”.

4.-Graves omisiones territoriales y políticas

La consigna del Cuarto de Guerra renancista al finalizar el mes de Mayo fue muy similar a la tomada por Hitler poco antes del asedio a Berlín por parte de las tropas aliadas y de la propia Unión Soviética: lo que importaba era el Fürher, no lo que pensaban los comandantes regionales del III Reich. En aquel entonces, lo que importaba era sólo el candidato a gobernador, incluso sí había que pasar por encima de cada uno de los candidatos municipales y distritales que podían ser sacrificables. La instrucción era tajante: todos tenían que aportar sus votos a la campaña estatal y no había más que discutir. Por eso, Renán Barrera no visitó 20 municipios. No logró hacer campaña con 20 candidatos a alcaldes y a 60 municipios sólo los visito una vez en casi 300 días en los que tuvo oportunidad de hacerlo. A la basura fueron tirados todos los oficios políticos y tanto los alcades afines y los candidatos del PAN sufrieron en carne propia el desprecio y la falta de sensibilidad del equipo Yucatán. Finalmente, todos éstos le dieron la espalda, especialmente al enterarse de la creación de estructuras municipales inexistentes.

5.-Irresponsabilidad política.

En la narrativa renancista la búsqueda de culpables externos a su campaña se tira la piedra y se esconde la mano: lo únicos responsables de las alianzas políticas no mencionan el desencanto de todos aquellos panistas y simpatizantes que en contraste con el equipo del candidato a gobernador; caminaron todas sus secciones electorales, hicieron campaña en cada parque, acudieron a cada mitin y a cada junta vecinal, ponían sillas y el sonido de cada evento, incluso de todos los demás candidatos.

Incluso el actual gobernador; quien se vio obligado por los tribunales; salió a hacer campaña de manera lisa y llana, de frente, con emoción, con entusiasmo, recorriendo todos los nodos territoriales del estado, llenando plazas, eventos de miles de ciudadanos, pidiendo el voto por Barrera Concha y las seis boletas hasta hacerse viral con pasos de baile; cumplió con el compromiso adquirido. Sin embargo, nunca fue así con el equipo del candidato derrotado.

En política hay una clara diferencia entre quienes tienen dignidad política, altura de miras, viven la política con responsabilidad y quienes, como consecuencia de su ignorancia buscan culpables de sus errores.

En resumen, sí hubo brazos caídos, sí hubo torpeza política, sí hubo soberbia declarada, sí hubo desdenes a cuanta persona pretendió ofrecer ayuda. Sí hubo ineficiencia, ineficacia, despilfarro, saqueo de campaña, egolatría, desacierto, flojera, holgazanería en un Cuarto de Guerra que desdeñó el noble oficio de la política y las bondades de la conciliación y la sensibilidad.

A poco más de un mes del proceso electoral, y en la soledad de su retiro, Barrera Concha podrá ofrecer explicaciones al darse cuenta del duro golpe de realidad, y necesariamente ya podría tener una idea clara y objetiva de lo sucedido el 2 de Junio libre de las voces que lo encapsularon y lo aislaron durante mucho tiempo. La pregunta es: ¿Tendra la humildad y la capacidad de reconocer sus errores y pedir disculpas a cientos de candidatos y candidatas yucatecos que sacrificó por la soberbia?

En resumen, la suma de todos estos factores contradicen las versiones de complots y de conjuras que no tienen nada que ver con algunos análisis de “politólogos” y “sociólogos” que únicamente mencionan lugares comunes basados en la información que leen, pero no conocen de primera mano.

Por el bien del panismo yucateco, esperamos que no siga repartiendo culpas. El mejor ejercicio para el blanquiazul es guardar las miserias acá descritas, asumirlas, reconocer los errores y no seguir alimentando la división y el odio. Pedir disculpas a quienes creyeron en el equipo Yucatán sería un buen inicio de esperanza en medio de la adversidad.

Roberto Uscanga Hernandez
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