La Revista

De moral y otras nimiedades

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas. 

Al presidente Andrés Manuel López Obrador le dieron
una clase de ética y valor democrático: Edmundo Jacobo Molina, secretario
técnico del Instituto Nacional Electoral (INE), renunció al cargo por el que
luchó ante la Suprema Corte de Justicia y del que lo habían depuesto por una
ley anticonstitucional y redactada para sacarlo del encargo, violentando una
máxima que señala que la ley jamás debe ser específica sino general.

Su renuncia hoy rompe el discurso presidencial que
aseguraba que él pretendía eternizarse en el cargo para el que fue seleccionado
en 2008 y que concluía en 2026 luego de que el presidente del ahora IFE lo
ratificó, lo que aceptó la asamblea general reeligiéndolo.

Sin embargo, la renuncia de Jacobo se hará efectiva el
próximo 3 de abril cuando vence el plazo legal para ser consejeros de cuatro
miembros del órgano electoral, incluido su presidente, Lorenzo Córdova por lo
que dejaran su posición para cederla a quienes sean electos mediante cuatro
quintetas integradas en su mayoría por simpatizantes y familiares de dirigentes
y personajes encumbrados de Morena, impugnadas ya este martes por la dirigencia
del PAN alegando la violación de los requisitos establecidos en la convocatoria
para su elección.

Explicando la decisión de su salida anticipada, Jacobo
explicó que la lucha por su remoción se debió a un tema de principios porque la
ley violentaba no sólo sus derechos laborales y humanos sino la misma Constitución
y expuso que deja el cargo porque está bajo presión y el asedio en su contra le
impide ejercer con cabalidad sus responsabilidades laborales.

La explicación me parece impecable pero la decisión la
veo muy cuestionable y en ausencia de la validez de quien piensa primero, como
lo hizo antes, en la institución que en él y en lo que le afectará en el
desempeño del cargo y en su vida profesional.

Me explico. En el INE todos están dando la lucha para
que la institución no sea destruida o colonizada por el presidente López
Obrador que al inicio de su gestión no la vio como una institución que
representaba peligro para su gobierno, pero se percató que en el 2021, ante la
falta de resultados y en medio de un gobierno polémico y él convertido en jefe
de partido y no de Estado, perdió votos precisamente porque el árbitro
electoral le negó temas cuestionables y hasta le invalidó a dos candidatos que
hicieron ostensible su violación a la ley, uno por recursos y adelantarse a los
tiempos, y el otro porque tenía una serie de quejas y denuncias por acoso
sexual y violación.

En la elección de 2021, el presidente y su gobierno no
le garantizaron a la gente elecciones limpias, en paz y sin intervenciones. Ha
sido el proceso más sangriento, en el que fallecieron 91 candidatos o políticos
en campaña, más miembros de las campañas que no sólo fueron secuestrados por el
crimen organizado sino que hubo amenazas y hasta violencia a quienes se
resistieron a las advertencias.

Tan sólo el 7 de septiembre de 2020, cuando inició el
proceso, hasta el 30 de mayo de 2021, es decir a tres días de que concluyera el
periodo de campañas, fueron asesinados 89 políticos, de los cuales 35 eran
aspirantes o candidatos.

Los resultados asustaron al presidente a pesar de que
ganó 21 gobiernos locales precisamente porque sus votos se redujeron y perdió
la mayoría absoluta en el Congreso, al extremo de que no tienen los votos
suficientes para modificaciones constitucionales.

Desde esos resultados, el presidente López Obrador se
percató de que no tendría ya la mayoría electoral y emprendió una cacería
contra el árbitro que, como otros órganos independientes, no se dobló ante el
poder presidencial.

El presidente se ajustó y emprendió el retroceso
democrático primero por la vía constitucional, pero no tuvo la mayoría en el
Congreso para hacerla válida, y ante eso modificó las leyes secundarias que,
como la primera vez, violaba también derechos ciudadanos, laborales y la
constitución hasta en decenas de ocasiones.

Sin embargo, en el camino, el cambio de la presidencia
de la Suprema Corte de Justicia fue un revés en medio de un escándalo de quien
él apoyaba a quien se le acreditó que había pirateado su tesis profesional y
también la del doctorado, lo que le dejo la vía libre a una aspirante
independiente y con carrera judicial impecable.

La modificación y desmembramiento del IFE no funcionó
y cambió la estrategia: colonizarlo metiendo a consejeros a modo y a una
presidenta que se plegara a sus designios. Y en eso andamos…

Migrantes

Mientras, en Ciudad Juárez quedó de manifiesto que no
hay política migratoria, tampoco atención a los migrantes y menos sensibilidad
de quienes dirigen hoy al país. 39 migrantes de diferentes nacionalidades
fallecieron quemados o asfixiados luego de una propuesta que hicieron porque
carecían de algo elemental: agua.

Detenidos en una celda comunitaria, los agentes de
migración decidieron encerrarlos para evitar salieran del sitio donde los
mantenían recluidos.

Esos 39 migrantes son los muertos de la negligencia de
Andrés Manuel y su gobierno, son las víctimas de un Estado que prefirió
ignorarlos y hoy tratan de responsabilizarlos porque ellos no tienen protocolos
de atención en casos así.

Los muertos de Andrés Manuel son víctimas del Estado
Mexicano que pudieran detonar una serie de protestas internacionales por ser
cada uno de ellos ciudadanos de diferentes países de la zona.

El gobierno de Morena aceptó al de Estados Unidos
someterse y convertirse en 3er país seguro sin tener los elementos mínimos para
cumplir con ese objetivo. Encadenados a sus incapacidades, el gobierno de López
Obrador no encuentra a quien responsabilizar y mientras el secretario de
Gobernación le tira al de Relaciones Exteriores la responsabilidad nadie quiere
que cargar con los muertos le afecte su aspiración presidencial.

Hoy, Marcelo, Adán Augusto y Claudia Sheinbaum tienen
sus propios muertos, unos compartidos por la línea 12 del metro y otras
estaciones, otros de Gobernación que se niega a aceptar que es responsable de sus
“albergues” que no lo son tanto.

Tiempos de canallas, tiempos de 4T, tiempos en los que
México pareciera volver a empezar después de tantos años. Los que se decían
diferentes no sólo acreditaron que no saben cómo hacerlo sino que en el
ejercicio del poder México también es la víctima de sus incapacidades y
apetitos, mientras los mexicanos pagamos los platos rotos.

Después de todo, quien nos manda a votar por
semejantes adefesios.

José Francisco Lopez Vargas
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