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De mujeres, otros atropellos y una víctima

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas.

Encerrado en sus ideas viejas, en sus proyectos retrógrados,
Andrés Manuel López Obrador ha convertido a las mujeres en víctimas de su
gobierno asumiéndose él como víctima de ellas sin entender que las féminas lo
mismo protestaron con Peña Nieto que con él.

Las cifras no dejan lugar a dudas: en el gobierno de Vicente Fox
desde el uno de diciembre de 2000 al 7 de marzo de 2003, hubo 63 desapariciones
de mujeres; en ese mismo periodo del gobierno de Felipe Calderón, hubo 476; la
cifra subió en ese mismo lapso del de Peña Nieto a 2,418; y vaya que se disparó
en el gobierno actual: del uno de diciembre de 2018 al 7 de marzo de 2021 llegó
a 4,267 las mujeres desaparecidas.

Así, según El Economista, bajo un contexto de violencia
generalizada en todo el país, hasta el 7 de marzo había registros de al menos
20,939 mujeres y niñas desaparecidas y no localizadas en México. De acuerdo con
los datos de la Comisión Nacional de Búsqueda de la Secretaría de Gobernación, el
mayor número de mujeres desaparecidas son de entre 15 y 19 años. La cifra
abarca desde 1964 a la fecha.

Sin embargo, en el discurso oficial y en la visión del presidente,
las mujeres son manipuladas por sus enemigos, por conservadores o por gente que
sólo quiere el fracaso de su gobierno. Nada más equivocado.

Además de los 67 feminicidios registrados en enero del 2021 en todo el
país, existen homicidios a mujeres que si bien, a consideración de las
fiscalías estatales, no fueron tipificados como feminicidios, también
representan un parte de la violencia letal contra la mujer que se perpetra día
con día.

De acuerdo con el informe de violencia
contra la mujer elaborado por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de
Seguridad Pública (SESNSP), en México, aparte de los asesinatos a mujeres por
cuestiones de género que se investigan como feminicidios, se abrieron 240
carpetas por presuntos homicidios donde las víctimas fueron mujeres.

El tema no respeta la geografía del país, ni el signo del gobierno
que cada estado tenga. El problema es tan integral como las familias mexicanas
y eso necesita de políticas públicas que lo estudien, lo atiendan y lo
resuelvan.

Por eso el encono. El presidente o en verdad no lo entiende o su
incapacidad lo lleva a ponerlo como obra de sus adversarios como lo ha hecho
también con las protestas de los padres de los niños con cáncer o con los
familiares de las victimas de la delincuencia o la abrumadora cantidad de
desaparecidos y los encontrados en fosas clandestinas que lo hacen ver muy
lejos de esa etiqueta que él mismo quiere colgarse de humanista.

Las desaparecidas de Ciudad Juárez y las de durante la llamada
Guerra Fría en la década de los 70´s y 80´s evidencian que la violencia contra
las mujeres no sólo no es nueva sino que ha ido escalando, pero las protestas y
quejas más visibles se han dado en los meses de los últimos dos sexenios cuando
subieron de tono y de presencia.

El encono, el disgusto y el hartazgo femenil no sólo es
justificado sino que resulta inexplicable que las re victimice el responsable
del país argumentando que son manipuladas o títeres de quienes quieren hacerle
daño a su administración en lugar de que en su gestión y su gobierno, que mucho
habló de ser diferente a los anteriores, inicie la restitución de esa igualdad
que nunca debió perderse.

Tratar de imponer a un candidato a gobernador de su propio partido
y sostenerlo a pesar de las quejas, de las evidencias de denuncias en su contra
por violación y abusos deshonestos y de expedientes que ya suman dos decenas
sólo habla de un ejercicio del poder que subraya el “háganle como quieran”
porque ya se decidió imponerlo a pesar de sus antecedentes.

El presidente no parece entender que el tema le afectará a sus
números electorales, que parece ser lo único que le importa, como acreditan las
cifras que avizoran que no refrendará la mayoría absoluta en el Congreso
federal.

Ni las veo ni las oigo, repite el que dice que es diferente a
Carlos Salinas.

Mientras en Campeche y en Yucatán ni una sola de las abanderadas
de Morena ha dejado saber su opinión o ha convocado para hacer conocer su
exigencia y su repudio expresado en una queja formal a su partido. Las mujeres
no se cuidan entre ellas, al menos no las de Morena.

En una declaración desafortunada, Layda Sansores dice que apoya a
las mujeres, que entiende su lucha, pero ella está con el presidente y con
Félix Salgado Macedonio: como dice la caricatura de Tony Peraza en el Diario de
Yucatán “¡Es un honor estar con violador!”, grita el presidente mientras abraza
a Salgado que le responde: “¡Es un honor violar con Obrador!”.

José Francisco Lopez Vargas
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