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¿De qué se trata la vida?, I.

Santiago Heyser
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De Ser a Ser, por: Santiago Heyser.

¿Cuál es el propósito de la vida humana? ¿Cuál es el
objetivo? ¿Cuál es la razón de existir?; lo ideal sería encontrar una respuesta
universal y atemporal que tenga sentido para todos los seres humanos.

¿Por qué la universalidad? Porque todos somos de la misma especie,
independiente de la diversidad humana y de nuestra propia individualidad. En
otras palabras, todos, con un mismo origen por ser humanos, tenemos un
propósito común y una misma razón de existir y consecuentemente necesitamos una
respuesta que tenga sentido con lo que somos y no con lo que creemos. Siendo
así, no caben en la respuesta factores de diferenciación como: la cultura,
edad, sexo, época histórica, clase social, educación o creencias personales,
incluidas las deidades y religiones; ya que estas variables son personales y al
ser cada uno único y distinto, romperían con el principio de universalidad. En
adición, muchas de estas variables son opiniones, percepciones y creencias que
nada tienen que ver con la realidad o con nuestra humana naturaleza. Por ello, se
sugiere el uso de la inteligencia y la razón como herramientas de análisis y buscar
que las ideas y las respuestas derivadas de ellas tengan un grado de evidencia,
estén apoyadas en el sentido común y sean lógicas.

Desde mi punto de vista, tener un objetivo claro en la vida nos permite
alinear nuestros pensamientos y acciones, de forma que cada cosa que hagamos
contribuya a nuestras vidas y el sentido de ellas, logrando sinergia (RAE:
Acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos
individuales), esto nos dará fortaleza, impulso, confianza y certeza, nos hará
sentirnos bien y nos ayudará a mantener un estado de felicidad constante, lo
que al parecer es el objetivo último de la mayoría de las personas, en esta
aventura maravillosa que es nuestra vida.

Al ser parte de una especie conformada hoy por 7,700 millones de humanos
habitando en la misma casa, entiéndase planeta tierra, al encontrar el sentido,
las similitudes y las coincidencias respecto a nuestras vidas, tendremos la
oportunidad de construir formas de asociación que sustentadas en el respeto a
la vida, den como resultado una convivencia armónica. Al tener una tarea
compartida con objetivos comunes, las formas de relacionarnos sentarán las
bases para que todos, familia, amigos, vecinos, nuestra comunidad y las
comunidades nacionales e internacionales, podamos vivir en paz y así cada uno,
en nuestra propia individualidad, alcanzar nuestra propia plenitud de personas
y por ende ser felices.

Lo primero es reflexionar profundamente acerca de qué somos, ser
introspectivos y poner atención usando nuestra mente para darnos cuenta que, lo
que somos en última instancia es lo interno, eso que somos que no depende de
nuestra memoria. Si cometemos el error de preguntar ¿quiénes somos?, vamos a
confundir lo que somos con nuestra historia y la personalidad construidas a lo
largo del tiempo de vida que son el resultado del entorno, de lo exterior. Cuando
uno observa con atención y toma distancia de los pensamientos y creencias,
dejamos de identificarnos con ellos, se clarifica que somos seres espirituales
teniendo una experiencia terrenal y no al revés, seres terrenales teniendo una
experiencia espiritual. No se puede resolver qué somos con el intelecto o
creyendo, lo que hay que hacer es experimentarlo, observándonos a nosotros
mismos.

Comprender que todo lo externo a nosotros es fruto de la suerte, la
circunstancia o el azar, nos ayuda a entender de qué se trata la vida, ya que,
si nos identificamos con lo exterior, ya sean creencias, cultura o idiosincrasia,
o nos identificamos con nuestros pensamientos (que creemos que son propios,
pero en realidad son consecuencia del entorno en donde hemos vivido), vamos a
creer que la vida se trata de cosas externas que no tienen que ver con quiénes
somos en realidad y estaríamos cometiendo un error de origen al tratar de
encontrar una respuesta en el lugar equivocado. Al darnos cuenta de lo que
somos y dejar de identificarnos con patrones y condicionamientos culturales,
nuestras acciones dejarán de ser reacciones condicionadas por el exterior.

Vale la pena hacer el ejercicio de distinguir entre dos conceptos que
pueden parecernos similares: Primero, el objetivo
de vida
, que es universal para toda nuestra especie y que contesta a la
pregunta: ¿de qué se trata la vida?; segundo, el sentido de propósito, que es individual y en términos generales
puede durar toda nuestra vida o cambiar a lo largo de ella y responde a la
pregunta: ¿para qué existo?, vale la pena mencionar que hay algunos pensadores
y filósofos que consideran que la vida no necesariamente “debe tener un
propósito”, y simplemente hay que experimentarla… ¡Así de sencillo!

Un saludo, una reflexión.

Twitter: @SantiagoHeyser
Correo: Heyser@deSeraSer.mx

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