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Una vista mas profunda al debate presidencial entre Kamala Harris y Donald Trump

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El primer debate presidencial entre Donald Trump y Kamala Harris dejó un sabor más de espectáculo que de discusión sustantiva, mientras ambos candidatos luchan por consolidar sus bases y atraer a votantes indecisos a 56 días de las elecciones. El encuentro abordó temas como inmigración, aborto, economía y política internacional, pero fue más notable por los intercambios agresivos que por los detalles de las políticas presentadas.

Para Donald Trump, la inmigración fue el tema central de la noche, reiterando que los inmigrantes son responsables de los problemas sociales y económicos de Estados Unidos. “Tenemos millones de personas llegando a este país y están tomando empleos que deberían ser para afroestadounidenses e hispanos”, afirmó, culpando a los inmigrantes del incremento de la criminalidad. En un momento controvertido, Trump acusó a los inmigrantes de estar “comiendo mascotas” en algunos pueblos, una afirmación que fue inmediatamente criticada por la audiencia y los analistas. Además, señaló que Venezuela y otros países están enviando a personas de sus prisiones y manicomios a Estados Unidos, sugiriendo que su administración buscaría deportar a millones de indocumentados si es reelegido.

Aunque Trump enfatizó que deportar a los inmigrantes es una prioridad, evitó responder preguntas directas sobre cómo lograría deportar a los 11 millones de personas que se estima están viviendo en el país sin documentos. A lo largo del debate, Trump regresaba una y otra vez al tema migratorio, argumentando que la inmigración es la raíz de los problemas en Estados Unidos, desde el crimen hasta la pérdida de empleos.

Kamala Harris centró su mensaje en la defensa de los derechos reproductivos, uno de los temas más divisivos en la política estadounidense actual. “El gobierno y Donald Trump ciertamente no deberían decir a una mujer qué hacer con su cuerpo”, declaró, en referencia a los esfuerzos de Trump por restringir el derecho al aborto. Harris dejó en claro que, si Trump regresara a la Casa Blanca, intentaría prohibir el aborto a nivel nacional, lo que erosionaría décadas de avances en los derechos de las mujeres.



El enfoque de Harris en este tema tiene un peso importante en la campaña, ya que los derechos reproductivos son un tema que puede movilizar a una gran cantidad de votantes, especialmente mujeres jóvenes y progresistas. Al acusar a Trump de querer controlar los cuerpos de las mujeres, Harris se posicionó como la defensora de las libertades civiles en un momento en el que muchos estados republicanos están aprobando leyes más restrictivas sobre el aborto.

En cuanto a la economía, Trump reiteró sus promesas de proteger los empleos estadounidenses, afirmando que impondría aranceles a los automóviles fabricados en México por empresas chinas. “No permitiremos que esos vehículos sean vendidos en Estados Unidos porque matarían a nuestros trabajadores automotrices”, advirtió. A pesar de su tono enfático, Trump evitó proporcionar detalles sobre cómo su política comercial se traduciría en beneficios económicos concretos para los trabajadores estadounidenses, repitiendo en cambio que su administración pasada fue la más exitosa de la historia.

Harris, por su parte, criticó a Trump por no tener un plan económico claro y por enfocarse en los inmigrantes como chivos expiatorios para los problemas del país. Sin embargo, fue criticada por no explicar con suficiente claridad cómo sus políticas difieren de las de Joe Biden, de quien ha sido vicepresidenta durante cuatro años. En un momento de frustración, Harris interrumpió a Trump diciendo: “No estás en una contienda contra Biden, estás en una contienda contra mí”, señalando que el expresidente continuamente atacaba a Biden en lugar de enfrentarse a ella directamente.

En cuanto a la política exterior, Harris pintó un cuadro sombrío de la presidencia de Trump, afirmando que los líderes mundiales “se están riendo de él” y que sus exasesores y militares lo han tildado de “inepto y peligroso”. Acusó a Trump de ser manipulable por los dictadores y de admirar a los autócratas, lo que lo convierte en una amenaza para la estabilidad global.

Trump, en cambio, se defendió afirmando que si él hubiera sido presidente, Rusia nunca habría invadido Ucrania, y que bajo su liderazgo, el conflicto habría sido resuelto rápidamente. También acusó a Harris de “odiar a Israel” y de crear una crisis en Medio Oriente, afirmando que si él estuviera en la Casa Blanca, la región sería mucho más estable. Ambos candidatos compitieron en mostrar su apoyo a Israel, pero ninguno mencionó los altos números de palestinos muertos en los recientes conflictos.



Uno de los momentos más tensos del debate fue cuando Trump evitó, una vez más, aceptar los resultados de las elecciones de 2020, reiterando que fueron manipuladas y sugiriendo que los inmigrantes ilegales están siendo utilizados para votar en contra de los intereses del país. “Nuestras elecciones son malas, ellos están intentando lograr que estos inmigrantes ilegales voten”, afirmó. Este tipo de declaraciones han alimentado la desconfianza en el sistema electoral y han intensificado las divisiones dentro del país.

Harris, por su parte, subrayó que la negativa de Trump a aceptar los resultados de las elecciones pasadas es una prueba de su desprecio por la democracia y un recordatorio de lo que está en juego en estas elecciones. Afirmó que su campaña no solo está enfocada en el presente, sino en asegurar un futuro donde se respeten los principios democráticos y la justicia.

El debate marcó el inicio de la recta final hacia las elecciones, con Harris intentando presentarse como la candidata del futuro, mientras que Trump se centró en su pasado como presidente, buscando repetir su éxito electoral de 2016. Aunque ninguno de los candidatos logró explicar con profundidad sus políticas, el impacto del debate está por verse en las próximas encuestas.

Según un sondeo flash de CNN, la mayoría de los votantes registrados que vieron el debate concluyeron que Harris fue la ganadora, pero con más de 50 millones de personas viendo el encuentro, la verdadera repercusión se verá en las semanas que siguen.

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